La maleza del bosque apenas dejaba espacio para poder ver entre él. Un
cuervo graznó vigilando el bosque desde un gran árbol. De repente un
imperceptible cambio hizo que el cuervo saliese volando.
-¡Socorro!-gritó una asustada Clara que mantenía a su marido entre sus brazos
Las
manos las tenía llena de sangre, intentaba taponar la herida que
Anthony tenía en el pecho. Le habían clavado una flecha, habían tenido
que salir corriendo de nuevo de un pequeñito pueblo de Italia donde
llevaban refugiado 2 años.
-¡Necesito ayuda!-el bosque estaba
callado, sólo se escuchaban los sollozos de Clara y ella estaba
aterrada, no podía perder a Anthony, no podía.
Un hombre de avanzada
edad caminaba por el sendero del bosque con un hacha en el hombro y un
par de perdices en la mano, ya tenía comida para toda la semana. Estaba
deseando llegar a su casa y conversar con la botella de ron. Unos gritos
de mujer le sacaron de su pensamientos
<<¡Necesito ayuda!>>
El
primer impulso que tuvo Rolan fue correr hacía el bosque para socorrer a
la voz que pedía auxilio, pero se lo pensó mejor. En Berlín se decía
que en los bosques habitaban las Arpías. Implacables señoras de los
infiernos, con mitad cuerpo de mujer y la otra mitad de pájaro. Imitan
las voces de doncellas en apuros y atraían al fondo del bosque a los
hombres que corrían para salvarlas y los devoran con voracidad.
Rolan
dubitativo soltó el hacha en el suelo, amarró las perdices a un árbol,
para que los zorros no le robasen su futura comida y echó a correr entre
la espesura del bosque.
-Clara…- dijo Anthony con voz entre cortado tocándole la cara –Prométeme que cuidarás de nuestro hijo-
Clara
rompió de nuevo a llorar y se tocó la barriga. Llevaba embarazada dos
Lunas Llenas, ambos estaban muy contentos y Anthony no paraba de decir
que si el bebé resultaba ser niño le pondrían el nombre de su padre.
-No puedes pedirme eso…- dijo agarrándole con fuerza la mano –¡Lo cuidaremos juntos! No puedes abandonarme ahora…-
Rolan llegó donde se encontraban Clara y Anthony
-¿Se encuentra bien señorita?- preguntó jadeante. No estaba acostumbrado a esos trotes
-¡Mi marido!- gritó Clara –Está herido… ha perdido mucha sangre-
-¿Qué ha pasado?-
-Le clavaron una flecha-
-Aguante, voy a avisar al curandero, vive detrás de esta colina- señalando detrás suyo
-No… curanderos no…-le dijo Anthony a Clara de manera casi imperceptible
-¡No! Curanderos no… ayúdeme a llevarle a un sitio seguro y cómodo, por favor- le rogó
Rolan
lo pensó de nuevo, no estaba acostumbrado a estas cosas, Isabela su
difunta mujer era la que se encargaba de atender a la gente.
-Está bien- dijo acercándose a Anthony –Lo llevaremos a mi casa- dijo echándoselo sobre la espalda –aguante buen hombre-
5 meses después
Un
conejo caminaba cuidadosamente entre los matorrales, intentaba
camuflarse con su entorno. Los halcones y demás aves rapaces estarían al
acecho buscando el alimento para sus crías. Una lanza salió entre los
matorrales y un grito de guerra tras ella, Anthony empuñaba la lanza y
la tiró contra el conejo que la burlo hábilmente metiéndose a toda prisa
en una madriguera cercana.
-A ver dime…- dijo Rolan detrás suya- ¿Cuándo te he enseñado yo a cazar así?-
Anthony no respondió, estaba un poco avergonzado
-Es
que… me pareció más divertido hacerlo de esa manera-Anthony y Clara
habían conocido a Rolan el día en el que aparecieron en Berlín. Rolan
les había acogido en su casa hasta que Anthony estuviera recuperado,
pero ya habían pasado 5 meses y por ambas partes estaban más que
contentos. Rolan tenía compañía en su aburrida vida y, Clara y Anthony
tenían un sitio al que llamar hogar y la seguridad de estar con Rolan.
-Aprende-
dijo Rolan sacando una onda con una piedra al final. Empezó a darle
vueltas a la onda hasta que formó un círculo alrededor de la mano.
Esperó a que el conejo asomara la cabeza por la madriguera para ver si
el peligro había pasado y ¡zas! La piedra le golpeó en la cabeza
provocándole la muerte.
-Ya tenemos la cena de esta noche-comentó Rolan acercándose para recoger el conejo.
-Lo despellejas tú, a mí no se me da bien- le advirtió Anthony
-Lo sé…-
Clara
estaba ya de 7 Lunas llenas y normalmente los bebés nacían a la 8ª o 9ª
en la casa de Rolan ya tenían preparada una pequeña cuna que él le
había construido. Cuando Rolan era joven trabajaba la madera, pero desde
que su mujer falleció se había abandonado y se dedicaba a la caza.
Hasta que llegaron ellos. La vida de Rolan había cambiado para mejor.
Rolan y Anthony ya habían vuelto de caza.
-¿Qué habéis traído para el
guiso?-preguntó con una cuchara de madera en la mano –Porque yo no
pienso volver a comer guiso con patatas pochas-
-Tranquila cariño –dijo Anthony dándole un beso en la mejilla –Traemos conejo-
-Vaya me habéis sorprendido- dijo sentándose con cuidado en una silla-No esperaba conejo para comer-
-Sí-contestó Rolan –Pero no gracias a tu marido-con una sonrisa
-Cazar no es lo mío- se defendió Anthony cómplice
-Cariño… nada es lo tuyo- dijo Clara con una sonrisa
-¿Se lo decimos ya?- le preguntó Anthony a su mujer apoyando sus manos en sus hombros
-Vale…-
-¿Decirme qué?- preguntó Rolan extrañado
-Hemos decidido…-empezó Clara pero se calló, prefería que se lo dijera Anthony a Rolan le haría más ilusión que él se lo dijese.
-Hemos decidido… que si el bebé es niño, le pondremos Rolan-dijo al fin Anthony con emoción en la voz
-Vaya…- dijo Rolan sin palabras- no sé qué decir…- dijo con las lágrimas saltadas
-Anthony pensaba ponerle el nombre de su padre, si es niño claro, pero con todo lo que has hecho por nosotros…lo pensamos así-
-Gracias… gracias de verdad. Uno no espera esta clases de cosas a mi edad-
-Oh rolan- dijo clara abrazándole –muchas gracias por todo-
-Bueno… esta vez iré yo a despellejar el conejo, no me hago responsable si encontramos algún pelo en el guiso- dijo bromeando.
El
guiso ya estaba listo, Clara lo tenía en una pequeña hoguerita que
estaba frente a la puerta de la cocina, Rolan estaba sentado en un banco
de madera que había construido hace apenas una semana. Anthony ya había
terminado de despellejar el conejo o lo que quedaba de él
-Cariño aquí está el conejo- dijo llevándolo en la mano
-Anthony… estás lleno de sangre, anda ve a lavarte ahí detrás que hay un cubo con agua-
Al
darse la vuelta, sin querer Anthony golpeó el caldero con el guiso que
estaba en la pequeña hoguera. Clara se sobresaltó y sin poder evitarlo
paró el tiempo
-¡Clara!- dijo Anthony –Dijimos que no la usaríamos más-
-No he podido evitarlo-
Rolan
se giró en el banco y se quedó aterrorizado al ver la escena, todo lo
demás a su alrededor estaba paralizado. El caldero se había congelado en
el aire antes de chocar contra el suelo, el guiso estaba en el aire
formando una bonita forma. Rolan agarró su colgante de caza brujas y se
hizo el paralizado.
-Vamos recógelo- Dijo Anthony- antes de que el tiempo vuelva a correr normal.-
Comieron
en silencio, Rolan no había dicho nada y Clara y Anthony pensaron que
era debido al shock de la noticia por lo cual no le dieron mucha
importancia.
-Voy a acercarme al pueblo- comentó Rolan después de comer
-¿Para qué?-preguntó Clara extraña
-Necesito comprar unas cosas-
-Ah pues voy contigo, yo también tengo que comprar unas cosas- comentó Anthony
-no, tú quédate aquí… dentro de poco será la 8ª Luna Llena, tienes que cuidar más de Clara-
Se
excusó Rolan. Según su condición de cazador de brujas debía
aniquilarles ahora mismo, tenía las armas necesarias en el cobertizo, él
había dicho que eran armas para de cacería, pero no había especificado
que cacería. Decidió ir al pueblo y acusarlos formalmente de brujería.
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