Aunque la noche había caído sobre la ciudad de Chicago, la luz del ático de la mansión Halliwell, aún estaba encendida. Patricia, que estaba sentada en un cómodo sillón, miraba a través de la ventana las luces de la ciudad. Millones de malos pensamientos corrían por su mente. No podía olvidar la discusión que tubo con Alice, y que desde aquel día no se había vuelto a saber nada de ella.
Chris subió las escaleras con una bandeja y la dejó sobre una mesa. Cogió una de las dos tazas de chocolate que traía y se la ofreció a su prima.
CHRIS: Está caliente, te sentará bien.
PATRICIA: (Intentó sonreír) Gracias Chris…
CHRIS: (Cogió su taza y se sentó sobre la mesa) ¿Alguna novedad?
PATRICIA: Llevo más de veinte minutos buscándola con el péndulo y… nada.
CHRIS: ¿Y Wyatt?
PATRICIA: Tampoco.
CHRIS: Dónde estarán… Esto está empezando a ponerse serio.
PATRICIA: (Bajó la mirada) No debí hablarla así…
CHRIS: Patricia, Alice es como es, y entiendo perfectamente que llegara a sacarte de tus casillas.
PATRICIA: Pero es que parece que somos nosotros los que tenemos la culpa. Yo no la he dado de lado… ¡Es ella la que se apartó de la familia!
CHRIS: Ya no sé ni qué decir… ¿Y Wyatt? Qué me dices de Wyatt. Perder a un ser tan querido es duro, pero lo que ha hecho él está mal. No puede aislarse del mundo y superar él sólo su dolor. Así no lo conseguirá nunca.
PATRICIA: (Bromeó) Ten hermanos para esto…
CHRIS: Como si nosotros no tuviéramos ya nuestros propios problemas ¿verdad?
PATRICIA: (Se levantó) Pues sí que los tenemos… Y yo ya no aguanto más esta agonía. Me voy a dormir.
CHRIS: Lo malo es que probablemente mañana la situación no haya variado demasiado. Espera, me acabo el chocolate y nos vamos.
Chris abrazó a Patricia para intentar animarla, y tras apagar la luz del ático cada uno se dirigió a su habitación.
A la mañana siguiente, un rayo de luz que penetraba por la ventana del dormitorio, despertó a Melinda. Se quitó las legañas de los ojos y miró a Jared, que dormía a su lado. Se incorporó y salió de la cama. Cogió una toalla de la cómoda y se dirigió a la ducha. Tras cerrar la puerta del dormitorio, Jared salió de la cama. Prefería hacerse el dormido en lugar de darla los buenos días. No sabía qué estaba pasando entre ellos, pero las cosas ya no eran como antes. Ahora, la conversación más larga que tenían era para discutir sobre la niña y el único momento en el que estaban a solas era cuando dormían. Se levantó y se acercó a la cuna de su hija. Miró a la pequeña Bianca, aún dormía placidamente.
Jared sonrió y volvió a arroparla con la mantita. Después de darla un tierno beso en la cabeza se volvió a meter en la cama. Prefirió no hacer frente a la realidad.
En un pequeño apartamento de Nueva York, Prue se vestía sin prisa mientras pensaba en su familia y en lo que estaba apunto de hacer. Marvin se acercó por detrás, la apartó cuidadosamente el pelo y la besó el cuello.
MARVIN: ¿Estás preparada?
PRUE: Voy a hacerlo, con eso vale.
MARVIN: Prue no te enfades por favor. Entiendo que es duro para ti, pero es así es como tiene que ser. No hay otro camino.
PRUE: (Se giró hacia él) Lo sé y por eso lo hago.
MARVIN: Una vez que les hayas dejado, podrás empezar una nueva vida.
PRUE: Estoy harta de empezar nuevas vidas. Tenía una vida en San Francisco, con mis hermanas… ¡Era feliz! Pero me mataron. Después me resucitaron treinta años después y me veo obligada en cierto modo a matar a otras personas para seguir con vida. Y ahora, para colmo, tengo que hacerlo alejada de mis seres queridos.
MARVIN: Todos tenemos problemas Prue. Y quiero que sepas que yo estoy aquí, contigo, para ayudarte.
PRUE: Lo sé Marvin, pero eso no me hace más feliz.
Prue se secó las lágrimas y se sentó en el sofá. Con su poder de proyección astral, su cuerpo se dejó caer sobre el respaldo y su alma orbitó hasta la cocina de la mansión de Chicago donde Melinda, Dag y Chris terminaban de desayunar.
MELINDA: (Sonriente) ¿Más tostadas?
DAG: Una más por favor. Es que están… ¿Cómo se dice? ¡Cojonudas!
MELINDA: Marchando una tostada.
PRUE: (Apareció frente a ellos) Hola.
CHRIS: (Se levantó bruscamente) ¡Prue!
MELINDA: ¡Por fin! ¡¿Dónde has estado?!
PRUE: Lo siento, pero no puedo daros explicaciones…
MELINDA: (Extrañada) ¿Qué? ¿Por qué?
PRUE: Sólo quería que supieseis que estoy bien. (Tomo aire) Adiós.
CHRIS: ¡¿Prue?! ¡Prue vuelve! Pero… ¿Qué cojones está pasando?
Chris se encogió de hombros y miró a Melinda. Ella miraba a un punto fijo sin articular ni decir ninguna palabra. Dag se le acercó para ver qué la pasaba. Pero ella lanzó con fuerza el plato que tenía en la mano y salió corriendo de la cocina.
Rachel y Bobbie se asomaron preocupadas desde el salón.
RACHEL: ¿Qué ha sido eso?
Melinda la ignoró por completo y siguió subiendo las escaleras.
RACHEL: ¿Melinda?
BOBBIE: Creo que quiere estar sola.
RACHEL: Será por lo de Wyatt… o Alice… o Prue…
BOBBIE: (Acarició a Spock) La verdad es que no estamos en un buen momento.
RACHEL: ¿Estamos? ¿Te incluyes en la familia?
BOBBIE: Creía que…
RACHEL: (Sonrió) Era una broma, tú ya eres de la familia. (La besó)
Patricia entró a ducharse al baño y se encontró con Phoebe, que estaba llorando frente al espejo.
PATRICIA: (La abrazó) Ey, Phoebe ¿Qué pasa?
PHOEBE: (Sin dejar de llorar) Owen… snif… me dijo… snif… y yo… no sé…
PATRICIA: Espera, espera, deja de llorar y vamos a hablar en la habitación. Toma, suénate.
PHOEBE: (Se limpió) Gracias.
PATRICIA: (La condujo hasta la habitación) A ver, cuéntale a tu hermana qué es lo que pasa.
PHOEBE: Hace un par de días, volví a hablar con Owen.
PATRICIA: Pero… eso es bueno ¿no?
PHOEBE: ¡No! Preferiría haber seguido sin saber nada de él.
PATRICIA: (Extrañada) ¿Por?
PHOEBE: Me dijo que sentía haberme hecho tanto daño, y que por mí, estaba dispuesto a… cortarse las alas.
PATRICA: (Se llevó una mano a la boca) Oh…
PHOEBE: Patricia, yo quiero a Owen con locura. Pero no puedo pagar ese precio por estar con él. Yo no puedo obligarle a que deje de ser un luz blanca.
Ni tampoco que él deje de serlo sólo por mí. No me lo perdonaría nunca…
PATRICIA: En esta vida, hay veces que se nos presentan dos caminos, y que sólo podemos escoger uno.
PHOEBE: Lo sé. Pero tampoco puedo renunciar a él…
PATRICIA: Phoebe, eres mi hermana, y quiero ayudarte, pero no puedo. Esa decisión es tuya.
Nathan y Jared hablaban en el jardín.
JARED: Pero… ¿Cómo que quieres irte?
NATHAN: Sí hijo, aquí con vosotros lo he pasado muy bien, pero no puedo seguir molestando, sois demasiados.
JARED: Papá, por el espacio no te preocupes, siempre puedes…
NATHAN: (Le interrumpió) De verdad que no importa. Además, me he dado cuenta de la suerte que tenemos de vivir, y no quiero seguir desperdiciando mi vida. Durante muchos años estuve haciendo cosas de las que ahora me arrepiento, por eso quiero cambiar, ser libre.
JARED: ¿Quieres decir que estar conmigo es desperdiciar tu vida?
NATHAN: ¡No! Por supuesto que no, hijo. Estoy feliz por haberte vuelto a encontrar, pero por mucho que queramos, tú ya no eres un niño… ni yo soy joven… ni tu madre está viva… (Cogió a Jared de la mano) Las cosas han cambiado para todos. Tú ahora tienes una maravillosa mujer y una preciosa hija que te necesitan. Y yo tengo que empezar de nuevo. Además, por muy lejos que esté, sabes que podemos seguir en contacto. La magia nos permitirá vernos en cualquier momento.
JARED: Lo sé… Pero me costará volver a dejarte.
NATHAN: Jared, quiero que sepas que estoy muy orgulloso de que seas mi hijo y que siempre me tendrás ahí para lo que necesites.
JARED: (Sonrió y le abrazó) Gracias papá.
NATHAN: Pero no puedo marcharme sin haberme despedido del resto.
JARED: Claro, vamos.
En el inframundo, en la sala del trono, Alice estaba sentada sobre las piernas de James y delicadamente le metía fresas en la boca de forma sensual.
JAMES: ¿Estás a gusto?
ALICE: (Le miró a los ojos) Más que nunca.
JAMES: (La besó) Me alegro.
ALICE: Si hubiera sabido lo que de verdad era el mal, no habría malgastado tanto tiempo en el bien…
JAMES: Aquí puedes hacer lo que se te antoje en cada momento sin tener que pensar en las consecuencias o en el qué dirán.
ALICE: (Sonrió) Sin normas… sin inocentes a los que salvar… Creo que me va a gustar esta vida.
JAMES: Seguro que no tardarás en adaptarte.
ALICE: Estoy deseando que llegue esta noche.
JAMES: Por fin te convertirás oficialmente en la reina del inframundo.
ALICE: Así me daré a conocer en tu mundo. Estoy deseando de saber más sobre vosotros.
JAMES: Sabrás todo lo que se puede saber. (La besó el hombro) Vas a ser la reina del inframundo.
Aquellas palabras se quedaron grabadas en la mente de Alice “reina del inframundo”. Sabía que de un momento a otro se iba a convertir en la mujer más poderosa del infierno, y aquello la gustaba, pero también la aterraba. Había veces en las que no podía evitar acordarse de su familia, pero un beso de James, acababa con todos esos pensamientos y la devolvía su nueva realidad: el mal.
NATHAN: ¿Y Melinda?
JARED: No sé dónde está.
RACHEL: Creo que está en su cuarto, pero no creo que la apetezca salir…
BOBBIE: Quizás no se encontraba bien.
NATHAN: Lógico, ahora con la pequeña Bianca no puede descansar demasiado. Bueno, pues dejémosla descansar. Gracias a todos y… hasta pronto.
JARED: (Sonrió) Adiós papá.
Cuando todos se despidieron, Jared cerró la puerta y se quedó apoyado en la pared sin saber qué hacer. Rachel se acercó.
RACHEL: Espera Bobbie, ahora voy. Jared, ¿qué ocurre?
JARED: Nada…
RACHEL: Creo que deberías subir y hablar con Melinda.
JARED: ¿Por qué? No hay nada de qué hablar.
RACHEL: Eso no es verdad. Sabes perfectamente que sí que tenéis que hablar.
JARED: (Se metió en la cocina) Déjalo Rachel, déjalo…
Después de comer, Chris continuó su búsqueda en el ático.
CHRIS: Vamos maldito péndulo… Dime dónde están…
El péndulo comenzó a dar vueltas hasta que se lanzó en seco sobre un punto del mapa.
CHRIS: ¡Sí! Está en… ¿Lincoln Park? ¿Qué hace Wyatt en Lincoln Park? Bueno, da igual. ¡Melinda!
Melinda subió al ático con Bianca en brazos.
MELINDA: ¿Qué pasa?
CHRIS: He encontrado a Wyatt.
MELINDA: ¿Qué? ¿De verdad?
CHRIS: Sí, corre, vamos.
MELINDA: Espera, no puedo llevarme a Bianca.
Melinda bajó las escaleras y se dirigió al primer piso. Cuando llegó abajo, Dag estaba leyendo un libro, o al menos, intentándolo.
DAG: (Emocionado) Esto de leer es… ¡fantástico! Los símbolos… los dibujos… las páginas….
MELINDA: Dag, tienes el libro del revés.
DAG: (Dio la vuelta al libro) ¡Oh, ahora los símbolos son palabras!
MELINDA: (Cortada) Vale… Oye, ¿puedes quedarte con Bianca un ratito? No tardaré.
DAG: (Cogió al bebé) Por supuesto, leeremos el cuento entre los dos. ¿Verdad Bianca?
MELINDA: Gracias. (Subió las escaleras corriendo) ¡No tardo!
DAG: Venga Bianca, vamos a leer… “Diccionario de sinónimos y antónimos” ¿De qué irá?
Melinda llegó al ático lo más rápido que pudo y dio la mano a Chris.
MELINDA: Ya estoy.
CHRIS: Vamos.
Ambos desaparecieron entre órbitas y un par de segundos después, aparecieron en un parque lo suficientemente grande como para perderse.
MELINDA: Vale, ¿y ahora?
CHRIS: Tiene que estar por aquí. El péndulo indicó justo éste lugar.
MELINDA: Pues, salvo aquella pareja de ancianos y aquel chico de la bici, yo no veo a nadie más.
CHRIS: Pero, tendría que estar aquí… ¿Qué otra explicación habría para…
MELINDA: ¿Chris?
Chris sonrió como si dentro de su cabeza se hubiera encendido una bombilla y la solución estuviera antes sus ojos.
CHRIS: Claro que está aquí, pero no en el parque.
MELINDA: Oye, o te explicas mejor, o yo me pierdo. ¿Dónde está Wyatt?
CHRIS: En un plano paralelo al nuestro. Acabo de recordar que este parque es una de las entradas al mercado demoniaco.
MELINDA: ¿Mercado… demoniaco?
CHRIS: Así es, no sé para qué, pero Wyatt está allí.
MELINDA: ¿Y cómo llegamos?
CHRIS: (Comenzó a andar entro los árboles) Tiene que haber un vórtice por aquí. Algo que se abra y a través del cual podamos llegar hasta allí.
MELINDA: Chris, mira aquella roca, la que está entre los arbustos.
CHRIS: ¡Ajá! La encontré.
MELINDA: Querrás decir que la encontramos…
CHRIS: Bueno, eso, la encontramos. Pero ahora hay que abrirlo.
MELINDA: Pues… “Que la puerta que alguien ha ocultado se muestre para que pueda pasar al otro lado”
La roca se convirtió en un agujero mágico dentro del cual giraban nubes de color azul turquesa.
MELINDA: Tampoco ha sido tan difícil.
CHRIS: Espera, no pases. Primero tendremos que cambiar de aspecto. Siendo quienes somos, no creo que nos reciban bien ahí adentro…
MELINDA: Tienes razón. Pero cuidado, todo menos rubia.
CHRIS: (Se rió) Está bien. Veré qué puedo hacer.
Chris pasó su mano por la cara de Melinda y después por la suya. Un instante después de que desparecieran las órbitas de sus caras, Melinda se había convertido en una anciana de pelo gris que iba vestida con ropas antiguas y oscuras. Y Chris se había convertido en un hombre alto y fuerte de piel oscura vestido únicamente con una túnica azul marina.
MELINDA: ¡Ahhhh!
CRHIS: (La tapó la boca) ¡Shhh! ¿Quieres callarte?
MELINDA: ¡Soy una bruja!
CHRIS: ¿Ahora te enteras?
MELINDA: (Le dio una colleja) ¡Quiero decir una bruja de verdad!
CHRIS: Me dijiste que todo menos rubia…
MELINDA: Pues ya me estás quitando esta apariencia o te juro que te fulmino aquí mismo.
CHRIS: Vale, vale…
Chris volvió a pasar la mano sobre la cara de Melinda y la convirtió en una exuberante mujer de pelo rojo y vestida con un elegante vestido de cuero negro.
MELINDA: Chris ¿Tú eres idiota?
CHRIS: (Riéndose) ¿Yo qué quieres que le haga? Tenemos que parecer demonios.
MELINDA: Anda, tira, tira, porque todavía acabo pateándote el culo…
Chris y Melinda se adentraron en el mercado demoniaco.
Prue y Marvin paseaban cogidos del brazo por una calle de Nueva York. Iban bien abrigados y con gafas de sol para no ser reconocidos.
PRUE: Espera Marvin…
MARVIN: ¿Qué te ocurre?
PRUE: (Cerró los ojos) Creo que me estoy mareando…
MARVIN: Has esperado demasiado, necesitas alimentarte ya mismo.
PRUE: (Comenzó a andar más rápido) Pues vamos.
MARVIN: Quizás en aquel callejón encontremos a alguien.
Prue no podía evitar sentir una punzada en el corazón cada vez que oía algo así. “Quizás en aquel callejón encontremos a alguien” Como si fueran buitres carroñeros o hienas que buscan algo de carne para alimentarse. Pero la gustara o no, era lo único que la mantenía con vida. De pronto, una mujer comenzó a chillar y un chico con un bolso en la mano intentaba huir entre la multitud.
PRUE: ¡Corre Marvin!
MARVIN: ¡Voy!
Prue, aunque con dificultad, comenzó a correr tras el chico. Tras una larga persecución, el chico, que creía haberse librado de sus perseguidores, se ocultó en la parte trasera de un local. Se metió entre dos contenedores e intentó recuperar el aliento. Sin saber de dónde, Prue apareció frente al chico y le sorprendió.
CHICO: (Asustado) ¡Joder!
PRUE: (Le agarró de la cabeza) Cállate, no estropees el momento… (Le besó)
CHICO: ¡¿Pero qué cojo… (Comenzó a sentirse raro) Dios… ¡¿Qué me has hecho?!
Un segundo después, el joven calló fulminado al suelo y Prue, tras coger el bolso se acercó a Marvin.
MARVIN: ¿Mejor?
PRUE: (Sonrió) Por supuesto.
MARVIN: ¿Qué vas a hacer con el bolso?
PRUE: (Se lo colgó del hombro) Me queda bien ¿verdad?
Wyatt y otros dos demonios escoltaban a James por el mercado demoniaco. Melinda y Chris, observaban la escena desde un puesto de pociones.
MELINDA: (Asombrada) Ése es… ¿Wyatt?
CHRIS: Eso creo. ¿Pero qué hace con James?
MELINDA: Mira, se han parado a hablar con aquellos hombres.
CHRIS: Con este follón no puedo oír nada.
MELINDA: Quizás si nos acercáramos un poco…
CHRIS: (La susurró) Bueno, qué más da que nos acerquemos. Se supone que somos demonios ¿no?
MELINDA: Claro.
Melinda y Chris salieron del puesto, y con la mayor naturalidad posible, se infiltraron entre el resto de demonios. Habían muchísimos y de muchas clases. Cambiaformas, cazarecompensas, arpías, etc. Haciendo trueques, intercambios, timando y demás. Se acercaron a ellos y disimuladamente escucharon la conversación.
CRESIL: Por supuesto señor, será un honor para mí y mis hombres acudir a la coronación.
JAMES: Entonces, hasta esta noche.
MELINDA: (En voz baja para no ser oídos) ¿Coronación? Creía que James ya había sido nombrado como La Fuente.
CHRIS: (Extrañado) Esto no me cuadra…
MELINDA: ¿Y Wyatt? ¿Por qué demonios está con ellos?
CHRIS: (Enlazó ideas en su mente) Coronación… Alice…
MELINDA: ¿Qué?
CHRIS: (Con un hilo de voz) La coronación es de Alice…
MELINDA: ¡¿De Alice?!
James y sus hombres se dieron la vuelta al oír aquello.
JAMES: ¿Quiénes sois vosotros?
CHRIS: (Fulminó a Melinda con la mirada) …
MELINDA: No somos nadie comparados con usted, majestad.
JAMES: (Sonrió) Así me gusta. Fieles a la corona. Pero para asegurarme… (Alzó la mano sobre ellos) ¡Mostrad vuestra verdadera identidad!
Chris y Melinda volvieron a su aspecto real, quedando en evidencia ante todo aquel público que les observaba atónitos.
MELINDA: (Miró a Chris) Ya no eres fuerte…
CHRIS: Ni tú pelirroja…
MELINDA: ¡¡¡Corre!!!
JAMES: ¡Que no escapen!
Phoebe caminaba en círculos por el ático sin saber qué decisión tomar. Quería a Owen más de lo que ella podría nunca haber imaginado, pero hacerle renunciar a su cargo de luz blanca era algo con lo que ella no podía cargar toda su vida. Él tendría que renunciar a sus poderes únicamente para estar con ella. Pero si no lo hacía, Phoebe no sabía si podría soportar seguir apartada de él. Tomó aire, y con decisión, pronunció su nombre mirando al techo.
PHOEBE: ¡Owen!
OWEN: (Orbitó) Hola Phoebe
PHOEBE: Hola…
OWEN: (Miraba al suelo sin saber qué decir) …
PHOEBE: Ya lo he pensado.
OWEN: ¿Y?
PHOEBE: Cuando te conocí, no eras más que un luz blanca. Y a medida que nos fuimos conociendo, tú fuiste la luz que iluminó mi vida. Hemos vivido buenos momentos, preciosos, inolvidables. He llegado a imaginarnos en un futuro, casados… con hijos… Pero tú eres lo que eres, y nuestro amor está condenado al fracaso. Ahora me dices que estás dispuesto a renunciar a ellos por estar conmigo, pero no…
OWEN: ¿No?
PHOEBE: Owen, cuando me dejaste en aquella pista de patinaje, quise que todo se viniera abajo y que mi existencia terminara para siempre. Al cabo de un tiempo, ¡llegué a intentar suicidarme!
OWEN: Phoebe, no sabes lo arrepentido que estoy de aquello…
PHOEBE: Esa no es la cuestión. La cuestión es que fíjate de lo que soy capaz si no estoy a tu lado. Yo nunca he dependido de alguien. Nunca he sentido algo tan fuerte como para querer arrebatarme la vida. Y no quiero que mi vida sea así. Si ahora accedo, y comenzamos una relación, mi amor por ti crecerá aún más, y cuando ocurra algo, volveré a derrumbarme. Yo no quiero eso… (Tomó aire) Prefiero acabar con esto ahora que aún estamos a tiempo.
En parte, Owen se merecía aquel sufrimiento, al igual que sufrió Phoebe. Pero no podía creer lo que estaba oyendo y no puedo evitar dejar escapar un par de lágrimas.
OWEN: Está bien… Si es lo que de verdad quieres, que así sea.
PHOEBE: (Con voz temblorosa) Adiós…
Owen hizo un gesto con la cabeza, no podía decir nada. Y acto seguido despareció entre órbitas azules y blancas que se perdían en el techo del ático.
Phoebe sintió que el mundo entero se la venía encima. Calló al suelo y comenzó a llorar.
Melinda y Chris corrían lo más rápido que podían para escapar de la ola de fuego que les perseguía por el mercado. En cuanto tuvieron la oportunidad de apartarse del camino, se lanzaron contra un puesto de amuletos mágicos.
MELINDA: (Dolorida) ¡Ah! ¡Mi pierna!
CHRIS: ¡Melinda deja de quejarte! ¡Van a matarnos si no salimos de aquí ya mismo!
MELINDA: ¡Pues orbítanos!
CHRIS: (Se puso en pie y la ayudó a levantarse) No podemos, tenemos que salir por donde hemos entrado.
MELINDA: Dios… mi pierna…
CHRIS: Corre, vamos por la parte de atrás.
James lanzó una bola de fuego contra lo que quedaba del puesto.
JAMES: ¡¿Dónde cojones han ido?!
Wyatt alzó la mirada y vio a sus hermanos intentando huir. James se percató y también los vio.
JAMES: ¡Por allí van! (Miró furioso a Wyatt) ¿Y tú? ¿No pensabas decírmelo?
Wyatt sabía que a partir de ahora debía trabajar para James, pero aún no estaba dispuesto a traicionar a su familia, y menos a sus hermanos.
WYATT: Lo siento…
JAMES: (Le agarró del cuello) Que sea la última vez que lo sientes. (Le lanzó al suelo) ¡¿Entendido?!
WYATT: (Furioso) Sí, mi amo…
JAMES: Recuerda nuestro trato, lealtad a cambio de Alison.
WYATT: No volverá a ocurrir.
JAMES: (Clavó su mirada en Wyatt) Más te vale.
Chris y Melinda llegaron al vórtice y justo antes de ser alcanzados, pasaron de un salto al otro lado.
CHRIS: ¡Salta!
MELINDA: ¡Ahhh!
CHRIS: (Se levantó corriendo) ¿Lo hemos logrado? ¿Estamos a salvo?
MELINDA: No por mucho tiempo… Venga, orbítanos a casa.
CHRIS: Será lo mejor.
Chris abrazó a Melinda y juntos orbitaron a la mansión. Cuando llegaron, tras curar la pierna de Melinda, todos los primos que había en la casa se reunieron en el salón y se enteraron de las novedades.
PATRICIA: ¡¿Que Alice va a hacer qué?!
MELINDA: Patricia…
PATRICIA: (Se puso en pie) No te molestes, no se de qué me sorprendo…
Patricia dio un portazo y salió a la calle. Se sentó sobre la acera y se tapó la cara con las manos para llorar. Ya se había puesto el sol en el horizonte y las farolas estaban empezando a encenderse. Isabel, que estaba apunto de entrar en su casa, vio a Patricia y se acercó a ella.
ISABEL: ¿Y a ti qué te pasa?
PATRICIA: (Se secó delicadamente las lágrimas) Isabel, no me apetece hablar ahora mismo.
ISABEL: ¿Es por mi hermano?
PATRICIA: Son demasiadas cosas a la vez.
ISABEL: Hoy ha vuelto a llamar esa petarda… No la bastó con joderle la vida una vez, ahora encima quiere hacerle cargo del bebé…
PATRICIA: ¿Y tú hermano qué dice?
ISABEL: ¿Por qué no hablas tú con él?
PATRICIA: Ya te he dicho que no estoy ahora mismo para hablar.
ISABEL: Mira Patricia, sé que hemos tenido nuestros roces y esas cosas. Pero también sé que eres una buena persona. Y creo que mi hermano se merece alguien como tú, y no como Rebeca…
PATRICIA: (Dejó escapar una sonrisa) Gracias.
ISABEL: (Se levantó y se sacudió los pantalones) Espero que habléis pronto y se solucione todo esto.
PATRICIA: Yo… yo también. Adiós.
ISABEL: Adiós.
De pronto, la puerta de la casa de al lado se abrió, y Alex salió hablando por el móvil, algo estresado.
ALEX: ¡No, no, escúchame tú!
Las miradas entre Patricia y Alex se cruzaron y durante un par de segundo permanecieron en silencio. Después, ella bajó la mirada y se metió rápido en casa. Alex, sin despedirse cortó la llamada y se sentó sobre las escaleras de la entrada.
Mientras Alice y James se preparaban para la ceremonia, fueron asaltados por un grupo de demonios que sin decir una palabra, comenzaron a lanzarles bolas de fuego.
ALICE: ¡¿Quién coño son estos?!
JAMES: (Defendiéndose) ¡Alice, protégete!
DEMONIO: (Lanzando bolas de fuego) ¡Matadlos!
James se abalanzó sobre uno de los demonios y le mató con un golpe seco. Pero otro de ellos le sorprendió por la espalda y le lanzó contra la pared. Mientras James estaba en el suelo, algo aturdido, el demonio se acercó a él y comenzó a lanzarle bolas de fuego. Tras matar a dos más, Alice se giró y vio cómo James estaba en peligro.
JAMES: (Se intentó levantar) ¡Os enseñaré a no meteros con la fuente de todo mal!
DEMONIO: ¡Calla, idiota! … ¡Ahhhhhhhh!
De pronto, el vientre del demonio fue atravesado por una puntiaguda estalactita de hielo. Tras quedarse boquiabierto durante unos segundos, se convirtió en cenizas.
ALICE: (Sonrió orgullosa) Parece que a estos no les han explicado que no hay que meterse con seres superiores a ellos.
JAMES: (Se levantó) Vas a ser mejor reina de lo que yo creía…
ALICE: Una coronación nos espera ¿vamos?
JAMES: (Le tendió la mano) Adelante.
Ambos se miraron a los ojos con lujuria y desparecieron entre llamas.
Nahia apareció en la sala. Miró los restos de los demonios que ella había enviado por pura diversión y suspiró. Sostenía una rosa negra con dos dedos, y la hacia bailar mientras la miraba fijamente.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Hace muchos años ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Cinco mujeres demonio decoraban una gran sala del inframundo con rosas rojas y muchas velas. Tras una larga alfombra de color oscuro, un trono esperaba a su futura reina. Era el momento, todo estaba preparado para la coronación de la nueva Fuente. Esta vez, sería una mujer quien llevara las riendas del inframundo. La elegida, estaba arrodilla en el suelo, peinando el dorado pelo de su hermosa hija.
ELIZABETH: Nahia, eres la niña más bella del inframundo…
NAHIA: ¿Por qué hay tantas flores, mamá?
ELIZABETH: Porque es un día muy especial.
NAHIA: ¿Te vas a sentar en el trono de papá?
ELIZABETH: Así es. Voy a ser nombrada como la nueva Fuente.
NAHIA: (Cabizbaja) Echo de menos a papá…
ELIZABETH: (Melancólica) Todos le echamos de menos… Pero hay que seguir adelante… (Se secó las lágrimas)
DEMONIO: Mi señora, la ceremonia está apunto de comenzar.
De pronto, ocho demonios entraron fluctuando a la sala.
ELIZABETH: ¿Qué hacéis vosotros aquí?
ALASTOR: Venimos a evitar lo que estás apunto de hacer. ¡Tú no puedes gobernarnos!
ELIZABETH: ¡Puedo ser tan despiadada como cualquiera de vosotros! ¡¿Y sólo por ser mujer no puedo ocupar el trono de mi difunto esposo?!
BILETO: ¡El infierno debe estar en manos de un hombre!
ELIZABETH: ¡Nuestra familia ha estado al mando durante muchos años, y nunca hubo ningún problema que no pudiéramos remediar! ¡Acordamos que tras su muerte, yo le sucedería en el trono!
ALASTOR: Veo que no lo entiendes… ¡Matadla!
Los seis demonios comenzaron a lanzar bolas de energía contra Elizabeth, su hija y el resto de criaturas que había en la sala.
ELIZABETH: (Corrió hacia su hija) ¡Nahia ponte a salvo!
NAHIA: (Comenzó a llorar inocentemente) ¡Mamá…!
BILETO: ¡Muerte! (Lanzó una bola de energía contra la que iba a ser coronada)
La bola impactó directamente en la espalda de ésta, pero no la destruyó.
ELIZABETH: (Dolorida) Nahia, debes irte ahora que puedes. Corre hasta estar a salvo y que nada te haga mirar atrás. ¡Corre!
La pequeña Nahia, llorando y muerta del miedo, comenzó a correr todo lo que pudo hasta salir de aquella sala.
ELIZABETH: (Les lanzó una llamarada de fuego) ¡Bastardos!
BILETO: (Explotó) ¡Noooo!
La lucha se fue haciendo cada vez más sangrienta hasta que sólo quedaron en pie Elizabeth y dos de sus enemigos.
ELIZABETH: (Tirada en el suelo) Os arrepentiréis de lo que me habéis hecho toda vuestra vida…
ALASTOR: (Se acercó lentamente a ella) En realidad, podría haber sido más fácil… Pero tú lo has querido así.
ELIZABETH: Algún día, alguien acabará con esto… Y las mujeres gobernaremos.
ALASATOR: (Sonrió fríamente) Hasta entonces… (Creó una bola de energía en su mano)
Elizabeth cerró los ojos y agachó la cabeza. Ya no tenía fuerzas para defenderse, y sólo podía aceptar su cruel destino. Alastor, con un rápido movimiento de mano, lanzó la bola contra el cuerpo de la joven.
ELIZABETH: (Se desintegró) ¡Ahhhhhh!
ALASTOR: (Se giró hacia sus secuaces) Bien, hemos terminado.
Los tres demonios fluctuaron lejos de aquel lugar. Entonces, Nahia entró sigilosa a la sala. Todo a su alrededor eran rocas destruidas, fuego y cuerpos encharcados en sangre y cenizas. La pequeña se agachó y cogió algo del suelo. Lo que fue una preciosa rosa roja, ahora, era una rosa negra como el carbón, debido a las llamas de la batalla. La miró con tristeza y a la vez con todo el odio que una niña puede sentir hacia algo o alguien. La venganza, era el único consuelo.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Presente ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Rachel se acercó a Melinda, que estaba bebiéndose un chocolate junto a la ventana. Carraspeó la garganta y comenzó a hablar.
RACHEL: Melinda, tenemos problemas.
MELINDA: (Sonrió irónica) ¿Más?
RACHEL: Me acaba de llamar Mike, el dueño del local que está junto al P3 diciéndome que hay una fuga de agua, creen que se ha roto alguna cañería.
MELINDA: (Dejó la taza sobre la mesa) ¡Joder!
Rachel no dijo nada más y se limitó a ver cómo su prima se ponía el abrigo y salía corriendo lo más rápido que pudo. Una vez que había salido de la mansión, se dirigió en busca de Jared.
RACHEL: ¡¿Jared?!
JARED: (Bajó las escaleras) ¿Sí?
RACHEL: Me acaba de llamar Mike…
Henry y Esther paseaban por un parque, de camino a casa. Iban de la mano y lanzándose miraditas.
ESTHER: (Apoyó su cabeza sobre le hombro de Henry) Toda mi vida he estado esperando a alguien como tú.
HENRY: (Bromeó) Pues aquí me tienes. A tu entera disposición.
ESTHER: Siento que a partir de ahora las cosas van a cambiar a mejor. Entre nosotros hay amor y sinceridad, que es lo más importante, ¿qué puede salir mal?
HENRY: Oh, claro…
“Sinceridad” ¿Esa palabra existe en el diccionario de la familia Halliwell? Como a cualquiera de sus familiares enamorados de un humano, a Henry se le presentaba el problema de la sinceridad. Lo que había comenzado a sentir por Esther era algo demasiado fuerte como para ponerlo en peligro. Pero claro, era el mayor secreto que conocía, la existencia de la magia. Por mucho que la amara, no estaba autorizado a confesarle su don. Ni si quiera sabía si la sinceridad en esos casos era algo bueno o algo malo. ¿Y si ella no se lo tomaba bien? No es fácil asimilar que la persona que más quieres en este mundo tiene poderes y lucha contra el mal. Henry quería explicarle todo desde el primer momento, pero no sabía qué problemas podría acarrear aquello. Así que, decidió retrasar la “sinceridad” para otro momento.
Alice y James aparecieron en una montaña completamente nevada. Ella iba vestida con un precioso vestido de color claro acompañado de una larga capa roja y él con un elegante traje oscuro. Caminaron de la mano por un pasillo formado por demonios hasta llegar a un hombre de pelo canoso y ojos verdes como esmeraldas. En sus manos sostenía un antiguo libro de magia negra.
KLAUS: ¿Estás preparada?
ALICE: Estoy preparada.
Alice flexionó las rodillas y se sentó sobre ellas en el suelo. El hombre comenzó a recitar unas palabras en un leguaje extraño y antiguo. Después, ofreció un cáliz de oro lleno de sangre a Alice. Ella lo tomó entre sus manos y cerró los ojos.
KLAUS: Bebe para que el mal fluya por tu cuerpo desde este momento.
Alice se arrimó la copa a los labios y comenzó a beber.
Jared llegó al local y bajó preocupado las escaleras. Abajo todo estaba en su sitio, no había nada fuera de lo normal. Un minuto después, Melinda hizo lo mismo.
MELINDA: ¿Jared?
JARED: ¿Melinda?
MELINDA: ¿Y el agua?
JARED: Yo también venía por eso, pero por lo que veo…
MELINDA: (Echó un vistazo al local) Todo está normal ¿no?
JARED: (Se percató de algo) Sí, todo salvo aquella mesa del fondo. La que tiene comida, velas, flores… Vale, mierda.
MELINDA: (Extrañada) ¿Tiene mierda?
JARED: ¿Eh? ¡No! Quería decir… da igual.
Se acercaron a la mesa. Melinda cogió la tarjetita que había sobre uno de los platos y la leyó en voz alta.
MELINDA: “Que disfrutéis de la cena” (Sonrió) Creo que esto es para nosotros.
JARED: La verdad es que yo tengo un poco de hambre… Y todo esto tiene tan buena pinta…
MELINDA: Pues, cenemos.
Ambos se sentaron y tras un largo silencio, Jared decidió hablar.
JARED: Esto no puede seguir así.
MELINDA: (Suspiró) Lo sé…
JARED: Sé que estos días han sido duros.
MELINDA: ¿Duros? Han sido mucho más que eso. Mi hermano ha perdido a Alison, y en vez de recibir nuestra ayuda, ha preferido pasarse al otro bando. Mi prima, desde hace mucho tiempo no está a gusto con nosotros, y ha hecho lo mismo, se ha pasado al lado oscuro. (Comienza a subir el tono) Prue, que era la más consciente y responsable de la familia se ha ido a sabe dios dónde sin dar ninguna explicación. ¡Y cuando todo a mi alrededor se derrumba, lo único que podría animarme es estar junto a la persona que más quiero en este mundo, pero resulta que también estamos enfadados y ni si quiera entiendo bien el por qué! (Dio un manotazo a la mesa)
JARED: (Se levantó y la abrazó por detrás) Lo siento.
MELINDA: ¿Por qué no podemos llevar una vida normal? Si no son los demonios es la familia y si no otra cosa. No puedo más…
JARED: Melinda, te prometo que vamos a salir de ésta y que tú y yo vamos a volver a estar como antes, o incluso mejor. (La acarició la mejilla) ¿Entiendes?
MELINDA: (Sonrió tiernamente) Gracias Jared… Sabes que te quiero mucho ¿verdad?
JARED: No más de lo que yo te quiero a ti.
Los labios de Jared buscaron los de Melinda y cuando al fin los encontró, surgió un profundo y sincero beso.
Mientras, la ceremonia estaba apunto de llegar a su fin. El anciano puso su mano sobre la cabeza de Alice y volvió a recitar una frase en algo parecido al latín. Un instante después, los ojos de Alice comenzaron a oscurecerse con sombras hasta volverse totalmente negros al igual que el cielo que había sobre ellos con nubes que avecinaban una tormenta.
KLAUS: ¡Saludad a la nueva reina del inframundo! (La besó la mano) Mi reina…
Todos los demonios comenzaron a gritar y a aclamarla. Alice se puso en pie y James la agarró de la cintura. La miró profundamente a los ojos y la besó más apasionadamente de lo que lo había hecho nunca, a la par que el sonido de un trueno retumbaba en las montañas. Ella eligió su camino, él le ayudó a cruzarlo, ahora el inframundo es su nuevo hogar.
A la mañana siguiente, en una comisaría de Chicago, un hombre vestido con el uniforme policial acompañaba a una mujer por un largo pasillo. Tenía el pelo castaño claro, largo y mayormente liso. No impresionaba por su altura, pero sí por sus amenazantes ojos grises. Iba erguida, mirando al frente y con un maletín de trabajo en la mano derecha. Cuando llegaron al final del pasillo, el hombre abrió una puerta y le cedió el paso a la mujer, que sin articular palabra, entró en la sala.
POLICÍA: Buenos días señor, ella es la ins…
LOUISE: (Le interrumpió) Inspectora Ryan. (Le tendió la mano) Encantada.
GEORGE: Lo mismo digo. Como ya sabrá, está aquí por su excelente expediente. Necesitábamos urgentemente a alguien como usted.
LOUISE: Agradezco las alabanzas, pero prefiero ir al grano.
GEORGE: Así me gusta, el trabajo es lo primero. (Cogió unas carpetas) Mire, estos son los archivos del Inspector Rois, el agente que murió sospechosamente mientras seguía las pistas de uno de sus casos.
LOUISE: (Ojeó las carpetas) Interesante…
GEORGE: Desde hace un tiempo, estamos intentando resolver un alarmante caso. Alguien se dedica a dejar a sus víctimas en coma.
LOUISE: ¿En coma? ¿Y por qué no las mata directamente?
GEORGE: He ahí el misterio…
LOUISE: ¿Dónde dice que está ese caso?
GEORGE: Aquí. Ficha 5.
LOUISE: ¿Prue Halliwell? ¿Es una de las víctimas?
GEORGE: No, en realidad ella es una de las sospechosas.
LOUISE: (Miró la foto) Con que sospechosa… ¿eh? (Dejó la carpeta sobre la mesa y se cruzó de brazos) A partir de ahora las cosas van a cambiar.
GEORGE: Eso esperamos. Que hagas bien tu trabajo.
LOUISE: A eso he venido, a hacer justicia.
Wyatt paseaba descalzo por la playa mientras los primeros rayos del sol reflejados en el agua le iluminaban el rostro. Cabizbajo, pensaba en sus cosas. ¿Qué estaba haciendo con su vida? Ni él no lo sabía. El amor que sentía por ella le estaba arrastrando hacia el mal, y su parte más oscura estaba comenzando a salir de él. La quiso con locura y ahora, no estaba dispuesto a perderla. Aunque le costase, aunque le doliese, haría todo lo que estuviera en su mano para volver a estar con Alison. Wyatt se detuvo y miró al horizonte.
WYATT: Te prometo que volveremos a estar juntos. Volverás conmigo y tendremos la vida que habíamos soñado. Si no vienes tú, iré yo mismo a buscarte al cielo o al infierno, a donde haga falta. Te lo prometo…
Melinda se desperezó en la cama y cuando se giró, Jared estaba despierto, mirándola.
MELINDA: (Tímida) No me gusta que me veas bostezar…
JARED: ¿No? Pues a mí me encanta.
Melinda se arrimó a Jared y comenzó a acariciarle el pelo.
MELINDA: Quiero que estemos así siempre.
JARED: Así o mejor.
MELINDA: (Sonrió) Eso.
JARED: (La besó) Te quiero Melinda.
MELINDA: Yo también te quie…
La pequeña Bianca comenzó a llorar y Melinda corrió a cogerla.
MELINDA: Shhh… ya está aquí mamá…
JARED: ¿Qué tal día hace?
MELINDA: (Corrió las cortinas y contempló el azul cielo) Estupendo.
JARED: ¿Qué te parece si nos vamos a dar un paseo con Bianca?
MELINDA: (Sonrió) Sería genial.
JARED: Pues no se hable más, voy a ducharme.
Jared salió de la habitación y tras sonreír a Melinda, cerró la puerta. Ella, con Bianca en brazos, se puso la bata de seda y se dispuso a salir para ir a la cocina. Intentó girar el picaporte, pero la puerta no se abría. La luz que entraba por la habitación comenzó a desaparecer como si una gigantesca nube se hubiera plantado delante del sol. Las cortinas comenzaron a moverse y Melinda sintió que un escalofrío la recorría el cuerpo. Puso a Bianca contra su pecho y la tapó la cabeza con su mano. Anduvo hasta la ventana y justo cuando iba a asomarse, oyó una voz detrás de ella.
MELINDA: ¡¿Quién hay ahí?! Esto no tiene ninguna gracia…
Melinda miró el espejo que había sobre la cómoda y en él vio reflejada una sombra.
MELINDA: ¿Qué… eres?
La sombra se esfumó y una joven de pelo oscuro apareció en su lugar.
MELINDA: (Asustada) No… Tú otra vez no…
De nuevo, Melinda vio a su Doppelgänger frente a ella. Esta vez tenía un aspecto más aterrador. Sus ojos se clavaban sobre los de Melinda, que invadida por el miedo no podía reaccionar.
DOPPELGÄNGER: (Con voz aterradora) No puedes ir contra el destino. Acabarás dándote cuenta.
El Doppelgänger se abalanzó y se deshizo contra Melinda.
MELINDA: ¡Ahhhhhhhhhh!
Escrito por IDEAL906090
Muy bueno,sigue asi!
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