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2x20 SE ACERCAN TIEMPOS OSCUROS

James se acercó al respirador y lo desenchufó. Sonriente, se acercó a Jared, y sin que él se lo esperase, le apretó el cuello con fuerza, asfixiándole.

JAMES: Hoy es el día de mi graduación, hermanito. ¡¡Gracias a ti abandonaré hasta el último atisbo de inocencia de mi ser y me alzaré como el demonio más poderoso que jamás haya existido!!

La cara de James era absolutamente diabólica, mientras arrebataba los últimos suspiros de vida de Jared...

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Una semana después ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Un grito de desesperación absoluta recorrió todos los rincones del inframundo. Procedía de la sala del trono, donde un demonio era arrastrado por dos sirvientes de La Fuente y llevado a la fuerza frente a éste. El sudor brotaba de su frente como si del agua de un manantial se tratase. No paraba de pedir socorro entre agudos llantos, a pesar de que sabía perfectamente que nadie iría a salvarle. James contemplaba sonriente la escena desde su altar.

SIRVIENTE: (Le lanzó al suelo) Señor, éste es el demonio que intentó asaltar sus aposentos hace dos noches.
DEMONIO: ¡Eso no es cierto! ¡Le juro que yo no he cometido tal locura! ¡Se lo juro!
JAMES: (Irónico) Por supuesto que tú no fuiste… No sé cómo mis sirvientes han podido cometer este grave error.
DEMONIO: (Aliviado) Usted sabe que yo y los de mi clase siempre le hemos respetado.
JAMES: (Se acercó lentamente a él) Claro…
DEMONIO: (Admirándole) Y más ahora que se ha convertido en el demonio más poderoso de todos los tiempos.
JAMES: De todos los tiempos… (Repetía burlonamente)
DEMONIO: Entonces… ¿Me dejará ir?
JAMES: (Caminando detrás de él) ¿Tú crees que debería dejarte ir?
DEMONIO: (Mintió) Soy inocente, señor. Se lo juro por mi vida.
JAMES: (Se paró en seco) Qué manera más gratuita de jurar…

El demonio no paraba de morderse las uñas nerviosamente mientras James le susurraba por la espalda. Se produjo un largo silencio, donde nadie se atrevió a pronunciar una palabra. Lentamente, el demonio volvió su cabeza para ver a La Fuente. Pero no llegó a mirarle a los ojos cuando de repente, James le agarró por el cuello y le alzó lo más que pudo. Intentó pedirle perdón, pero se estaba asfixiando, y no podía pronunciar ninguna palabra de manera clara.

JAMES: ¿Cómo? ¿Qué intentas decirme?
DEMONIO: (Ahogándose) Per… Per…
JAMES: (Apretó su mano aún más) Vamos, tú puedes.

El demonio no tuvo ocasión de seguir buscando el perdón cuando los ojos se le llenaron de su propia sangre y su cara se volvió fría y mortecina. Cuando James estuvo seguro de haber acabado con su rival, abrió su mano y dejó caer el cuerpo sin vida que se convirtió en polvo al tocar el suelo.

JAMES: Escoria inmunda… Te has atrevido a contradecir mi palabra cuando todavía puedo oler el mismo y repugnante aliento que interrumpió mis sueños la otra noche. (Miró a sus sirvientes) ¡Vosotros! ¡¿A qué esperáis?! ¡Seguid trayéndome a todas aquellas criaturas que sigan cuestionando mi autoridad! Sólo la sangre les hará entrar en razón…



MELINDA: Ahora que no estás, me siento vacía. ¡Va a ser tan difícil seguir adelante después de todo lo que hemos pasado! Me siento furiosa, impotente... ¡pero sobre todo no puedo parar de pensar que quizá haya sido mi culpa! (se limpió las lágrimas con la manga) Quizá si hubiera dicho algo, o hubiera actuado de otra manera... aun seguirías con vida. ¡Y lo que más me duele es por Bianca! Te vas a perder tanto... Te juro que cada día velaremos todos por ella, y espero que sea suficiente. ¡¿Pero... y si no lo es...?! Te vas de mi lado tan pronto, y sólo puedo pensar en cuánto amor te llevas...
Melinda se inclinó sobre el cuerpo de Jared y le dio un último beso en los labios.
(…)
El cuerpo de Jared comenzó a brillar. Su piel volvía a estar sonrosada y sus heridas se cerraban...
JARED: ¡¡¡AAAAAAAAAAAAGHHHHHH!!! (Chilló de dolor sobre la camilla de la morgue)

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Una semana después ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Toda la familia Halliwell, sus amigos y conocidos acudieron vestidos de luto al entierro. El cielo estaba totalmente nublado y un grupo de cuervos sobrevolaba las cabezas de los allí presentes. El viento soplaba por entre los altos árboles y daba un aspecto aún más frío a aquel triste día.

CURA: Nuestro hermano Jared se fue de este mundo siendo una persona amada. A pesar de su pérdida, su bondad, su gentileza, su sonrisa, aún está presente entre los que le quisimos en vida. No había nada más importante para Jared que su familia. En especial, su encantadora mujer, Melinda y su preciosa hija, Bianca. Siempre es difícil despedirse de un ser tan querido como él, pero la vida no acaba aquí y los que nos quedamos, debemos ser fuertes y seguir adelante. Más ahora en estos momentos, en los que el ascenso de La Fuente traerá consigo tiempos oscuros, en los que nadie estará a salvo. Todo lo que conocéis está a punto de cambiar. ¡El mal se abre paso entre nosotros! ¡Cada vez está más cerca! La cuenta atrás ha comenzado… Luchad con decisión, o pereceréis en la batalla.

La brisa de la mañana entró por una de las ventanas que se encontraban abiertas y cerró la puerta del dormitorio dando un pequeño portazo, que hizo que la joven se despertara de la horrible pesadilla. Sin levantar la cabeza de la almohada, estiró su brazo para acariciar a su marido, pero no encontró a nadie. Abrió rápidamente los ojos y se dio cuenta de que Jared no estaba con ella. Preocupada, después de haber tenido el mismo sueño durante las últimas noches, se puso su bata de seda y se acercó a la ventana abierta. Corrió ligeramente las cortinas y pudo ver a su marido recogiendo el correo. Se arregló un poco el pelo frente al espejo y se dirigió a la planta de abajo. Cuando terminó de bajar las escaleras del pasillo se encontró con Jared, que estaba entrando por la puerta.

MELINDA: Buenos días. ¿Qué tal has dormido?
JARED: (Desanimado) Bien…
MELINDA: Voy a desayunar, ¿te vienes?
JARED: La verdad es que no tengo mucho apetito…
MELINDA: Oh, vale… Como quieras.

Jared entró en el salón sin decir nada más y Melinda se quedó sin palabras en medio del pasillo principal. Dag se asomó desde la cocina y la invitó a entrar.

DAG: ¿Quieres café?
MELINDA: (Sonrió) Vale, gracias.
DAG: ¿Qué es lo que te pasa?
MELINDA: (Se sentó sobre la mesa) Es… Jared… Desde lo que le pasó, está muy distante conmigo.
DAG: Contigo y con todos.
MELINDA: Ya, bueno, pero me molesta más que esté así conmigo cuando lo único que quiero es que todo vuelva a ser como antes. Entiendo que para él sea algo muy duro y difícil de asimilar. Ha pasado una semana y aún no sabemos el por qué de lo que ocurrió aquel día en la morgue. Lo único que podemos hacer es seguir adelante, aprovechar la vida día a día ahora que sabemos lo que puede pasar. Pero él prefiere refugiarse en sí mismo y sólo sabe aislarse de las personas que le quieren ayudar.
DAG: (Se acercó a ella) Pues habrá que dejarle su espacio hasta que cambie de opinión. Ya verás como todo vuelve a ser como antes.
MELINDA: Primero fue Arazot, después el embarazo, su enfermedad, ahora esto… Superamos un problema y nos metemos en otro. ¿Y sabes quién tiene la culpa de todo esto? La maldita magia… Cada vez estoy más segura de que no es un don que nos ha dado la vida, sino una maldición. Una horrible maldición de la que nunca podremos escapar.

En el ático de la casa, Bobbie ojeaba entusiasmada El Libro de las Sombras mientras Rachel se bebía una taza de café sentada sobre uno de los sofás.

RACHEL: ¿Qué miras con tanto entusiasmo?
BOBBIE: Todo. Me encanta este libro. No me canso de observar cada una de sus páginas una y otra vez. Debe de ser muy… útil.
RACHEL: Jajaja. Sí que lo es.
BOBBIE: ¿Belthazor? Parece el mismo diablo…
RACHEL: No creas. Sólo fue un demonio más.
BOBBIE: ¿Vosotros le destruisteis?
RACHEL: No, fueron nuestras madres. La verdad es que hizo más daño moral que físico. Jejeje.
BOBBIE: Vaya… Nunca pensé que pudieran existir criaturas tan terroríficas.
RACHEL: ¿No? Pues te recuerdo que hemos trabajado durante mucho tiempo para una de las más terroríficas que he conocido.
BOBBIE: ¿Karen? Ya bueno, pero ella no tiene un aspecto tan aterrador como estos bichos.
RACHEL: He aprendido una cosa durante estos dos años, y es que la verdadera maldad no es la que se ve, si no la que lleva cada uno en su interior.
BOBBIE: (Cerró el libro y se sentó junto a Rachel) Qué filosófico eso que has dicho, ¿no? (Se rió). Bueno, pero aquí estoy a salvo de ella, ¿verdad?

Rachel permaneció en silencio durante unos segundos mientras miraba los preciosos ojos verdes de Bobbie, que comenzó a ponerse colorada por la vergüenza que la daba que la mirasen de esa manera.

RACHEL: Aquí o en el mismísimo infierno estarás a salvo si es junto a mí.

Bobbie se quedó sin palabras. No pudo resistirse un segundo más y besó apasionadamente los labios de su chica. De pronto, fueron sorprendidas por la aparición del gato “Spock”, que entró sin hacer ruido en la sala. Bobbie se sentó en el suelo y puso al felino sobre sus rodillas.

BOBBIE: (Con voz infantil) Pero bueno cosita, ¿estabas tú espiando a mami? (Le cogió de los bigotes) ¿Quién es el gato más bonito de este mundo? ¿Quién? ¡Tú! (Le achuchó contra su pecho) Gatito bueno… gatito lindo…
“SPOCK”: (Salió corriendo) ¡Ffffggg!
BOBBIE: (Se sentó de nuevo en el sofá) Bueno, a lo que íbamos. (Volvió a besar a Rachel)

Saul, convertido en Spock, el adorable gato de Bobbie, se paseaba de manera misteriosa por el ático mientras observaba las muestras de cariño entra la joven pareja. Mientras aquel farsante felino estuviese en la casa, Karen estaría enterada de todos los pasos de los Halliwell sin que estos lo sospechasen siquiera.

Patricia caminaba a paso ligero por el largo pasillo del hospital. Tras una semana de constantes visitas a Isabel, conocía el trayecto como si de la propia palma de su mano se tratase. Llegó a la habitación donde se encontraba dormida la joven. Alex salió a recibirla dándole dos amistosos besos.

PATRICIA: ¿Qué tal habéis pasado la noche?
ALEX: Ella bastante bien, la verdad. El que no he pegado ojo en toda la noche he sido yo. (Sonrió) No me acostumbro a estos malditos sillones…
PATRICIA: (Le acarició la espalda) Pues ya sabes, vete a descansar un rato a casa que yo me quedo con ella.
ALEX: Te estás portando muy bien con mi hermana, Patricia. Y te lo agradezco, de verdad. Siento todo lo que ha pasado últimamente entre nosotros…
PATRICIA: No pienses ahora en eso. Vete y descansa un poco.
ALEX: De acuerdo. Hasta luego entonces.
PATRICIA: Adiós.

Patricia entró sin hacer ruido en la habitación. Cambió las flores que había en el jarrón de la mesilla por un ramo de margaritas que acababa de comprar. Isabel se dio la vuelta y saludó a Patricia con una cariñosa sonrisa.

PATRICIA: ¿Te he despertado?
ISABEL: No te preocupes, sólo estaba un poco adormilada. ¿Y mi hermano?
PATRICIA: Se acaba de ir a casa, necesitaba descansar un poco. ¿Qué tal estás?
ISABEL: Bueno… Me encuentro mejor que ayer pero aún así estoy algo molesta. Los médicos dicen que estoy mejorando pero no nos aseguran aún nada.
PATRICIA: (Se sentó junto a ella) Tú no te preocupes por nada, ya verás como cuando menos te lo esperes estás otra vez en casa con Alex.
ISABEL: (Suspiró) Sí, con Alex y alguien más…
PATRICIA: Bueno, ése ya es otro tema. El que debe tomar la decisión es tu hermano, y tú deberás apoyarle decida lo que decida.
ISABEL: Lo lleva claro si se cree que esa guarra va a volver a entrar en nuestra casa.
PATRICIA: Las cosas no son tan fáciles como tú crees, cariño.
ISABEL: Pero es que la odio, Patricia, la odio. Te juro que voy a hacer todo lo que pueda para que mi hermano vuelva contigo.
PATRICIA: (La cogió de la mano) Quién nos iba a decir a nosotras hace unos meses que íbamos a acabar llevándonos así. Anda, vamos a cambiar de tema.
ISABEL: Como quieras, pero seguiré odiándola.

Al otro lado de la puerta, Becky las espiaba mientras escuchaba atenta toda la conversación. Dejó escapar una sonrisa malévola y se dirigió al ascensor, donde pudo fluctuar sin que nadie la viera. Nahia se encontraba hablando con algunas de las demonios pertenecientes a la hermandad de las rosas negras cuando Becky apareció a pocos metros de ellas.

NAHIA: Disculpadme un momento. (Se dirigió a Becky) Espera. ¿Traes noticias?
BECKY: Nada que te interese. Vengo de ver a Isabel. Esa niñata es más fuerte de lo que yo creía…
NAHIA: (Burlona) Parece que te está dando problemas, ¿no?
BECKY: Estaba hablando de mí con Patricia, y no me halagaban, precisamente. Es la hermana de Alex y tiene mucha influencia sobre él. Y más ahora que ha sufrido el accidente.
NAHIA: Debías haber acabado con ella cuando tuviste la oportunidad.
BECKY: Ya sabes que siempre hay un Halliwell de por medio…
NAHIA: Son demasiados los problemas que tenéis los de arriba. Aquí es todo mucho más fácil. Sólo hay que estar por encima de alguien para poder acabar con él. Yo que tú empezaría a preocuparme. Esa mortal puede arrebatarte todos tus planes.
BECKY: Creo que no eres la más indicada para decirme si debo o no estar preocupada cuando a partir de este momento eres tú la que corres más peligro que nunca. La Fuente de todo mal se ha hecho mucho más fuerte y ya no te será tan fácil esquivarla.
NAHIA: (Comenzó a enfadarse) ¿Tengo que recordarte quién tiene aquí el mando? Tú sólo eres una rosa más, mientras que yo soy vuestra líder.
BECKY: En eso tienes razón.
NAHIA: Además, no deberías subestimarme tanto. Tú no tienes ni idea de lo que yo soy capaz… (Dijo fríamente)

Un montón de orbitas blancas y azules entraron al salón de la antigua mansión Halliwell por una de las ventanas.

WYATT: ¿Mamá? ¿Papá?
CHRIS: ¡Ya hemos llegado!

Piper salió corriendo de la cocina con el delantal puesto y las manos preparadas para usar su poder de aceleración molecular.

PIPER: ¡Demonios!
WYATT: ¡¿Qué?! ¡No! ¡Somos nosotros, mamá!
PIPER: ¡Peor me lo ponéis! ¿Qué hacéis vosotros aquí tan pronto? ¡Aún no están listas las galletas!
LEO: (Bajó las escaleras) ¿Qué pasa aquí abajo?
CHRIS: (Bromeando) Mamá, que está deseosa de explotar algún culo, como en los viejos tiempos.
PIPER: Ale, te has quedado sin galletas. Voy a sacarlas del horno, que se me queman.
LEO: Venid, vamos a sentarnos aquí en el invernadero.
WYATT: ¿Y tú qué tal, papá?
LEO: Bueno… (Se sentó en una de las sillas blancas) Los años no pasan en vano, pero todavía no podemos quejarnos. ¿Y vosotros?
WYATT: Nosotros… Bien, todo bien.
CHRIS: Y bien, ¿para qué nos habéis llamado a los dos?
LEO: No sé si lo sabéis, pero por alguna razón, James ha conseguido perder todos los lazos que le unían con su lado humano y ahora su poder ha aumentado. Aunque ya no trabaje en la Escuela de Magia, sigo pasándome por allí de vez en cuando. Ésta última vez hablé con Fiona Ackles, la nueva directora, no sé si la conocéis…
CHRIS: La verdad es que aún no, sólo de oídas.
LEO: El caso es que estuvimos hablando de vosotros y de la evolución que habéis experimentado este último año. Creemos que con los tiempos que corren, lo mejor es que vosotros dos, por ser los primos mayores, os encarguéis de dar clases prácticas y teóricas en la escuela. Así, ayudaríais a la nueva generación de niños con poderes que se está formando en estos momentos.
CHRIS: (En tono infantil) ¡Me pido las clases prácticas!
LEO: Chicos, esto es serio. No sólo esos niños necesitan las clases, vosotros también debéis mejorar vuestra técnica y vuestros conocimientos. Aunque no lo parezca, se acercan tiempos oscuros y no os va a ser tan fácil como creéis superarlos.

Piper entró en el invernadero con una enorme bandeja de galletas recién horneadas.

PIPER: Tranquilos, no se me ha quemado ninguna.
WYATT: Claro mamá, son muchos años de práctica, ¿verdad?
CHRIS: (Cogió una galleta) Y cada día te salen más deliciosas…
PIPER: (Le dio en la mano) ¡Espera a que se enfríen un poco!
LEO: Ya les he contado lo de la escuela. Entonces, ¿aceptáis el cargo?
WYATT: Bueno, dejad que nos lo pensemos un tiempo y… y… (Aturdido)

Wyatt comenzó a perder el sentido y de un momento a otro cayó al suelo.
Chris y sus padres se acercaron corriendo a él pero no encontraron respuesta, se encontraba tendido en el suelo, con los ojos abiertos de par en par pero con la mirada perdida. La mente de Wyatt se transportó a una sala inundada por la oscuridad. En aquel lugar no había ni rastro de luz, por lo que no se podía saber cuales eran sus dimensiones. De pronto, emergieron de la nada cientos de espejos que reflejaban el cuerpo del joven Halliwell. Todos, menos uno de ellos, que mostraba otra apariencia, la de James.

WYATT: ¿Qué hago yo aquí? ¿Dónde estoy?
JAMES: (Con voz profunda) Estás confuso Wyatt… Te están volviendo a confundir… Ése no es tu lugar… Ellos no te ayudarán a recuperarla… Sólo yo puedo devolverte lo que más quieres… Sólo si luchas junto a mí recuperarás a Alison…
WYATT: (Se tapó los oídos) ¡Basta! ¡Basta! ¡Cállate!
JAMES: El destino te la arrebató… Juntos podremos devolverla a la vida…
WYATT: ¡Sal de mi cabeza!
JAMES: Podréis casaros… Tener hijos… Crear una familia…
WYATT: ¡He dicho que te calles!
JAMES: ¡No vayas contra tu voluntad! ¡Sabes perfectamente que la magia negra es tu destino! ¡Siempre lo ha sido! ¡Recuérdalo!
WYATT: (Desesperado) ¡Eres un hijo de puta!
JAMES: ¡Así es! ¡Pero gracias a eso tengo todo lo que he deseado en esta vida! ¡Poder! ¡Amor! ¡Respeto! ¡¿Y qué tienes tú?! ¡Nada!
WYATT: ¡¡He dicho que te calles!! ¡¡Cállate!! ¡¡Cállate!! ¡¡Cállate!!

Wyatt recuperó la consciencia y se abalanzó bruscamente sobre su hermano.

WYATT: (Llorando) ¡¡Cállate!!
CHRIS: ¡Wyatt! ¡Soy yo! ¡Para!
PIPER: ¡Leo, haz algo!
LEO: (Agarró a su hijo y le abrazó) Wyatt, ya está. Estás a salvo, hijo.
WYATT: (Miró a su alrededor) Yo… Yo… Lo siento.
CHRIS: ¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado?
WYATT: (Asustado) No lo sé…

James despertó del trance bastante malhumorado.

ALICE: (Se acercó a su amado) ¿Lo has conseguido?
JAMES: No. Va a ser más difícil de lo que yo creía…
ALICE: (Acarició su rostro) No te preocupes. Nada es imposible para La Fuente de todo mal.
JAMES: Si conseguí hacerte entrar en razón, puedo conseguir cualquier cosa. Tú eres mi mayor logro.
ALICE: Bueno, ¿y cuál es tu siguiente paso?
JAMES: (Sonrió) Una hermandad bastante molesta que quiero quitarme de encima desde hace ya tiempo.
ALICE: ¿Vas a matar a Nahia de una vez por todas?
JAMES: Esa zorra tiene las horas contadas.
ALICE: (Le besó la oreja) No te imaginas lo caliente que me pones cuando sacas tu lado más malvado y siniestro.
JAMES: Pues entonces a partir de ahora te vas a pasar el día cachonda perdida. (La besó apasionadamente)

Melinda se encontraba muy concentrada haciendo una poción en el ático de la casa cuando Dag, que se encontraba detrás de ella ojeando El Libro de las Sombras la sorprendió.

DAG: ¡Las encontré!
MELINDA: (Se asustó) ¡Ah! ¡Dag, estoy haciendo una poción! ¡No me desconcentres, por dios!
DAG: Lo siento, pero es que por fin las he encontrado. Están aquí. (Señaló un punto del mapa con el dedo índice)
MELINDA: ¿El parque que está junto al zoológico? Cada vez atacan más lejos de la casa. Parece que lo hacen sólo para fastidiarnos…
DAG: Corre, vámonos antes de que esas furias se vayan a atacar a otro lugar.
MELINDA: (Metió las pociones en su bolso) Espera que cojo estas pociones. A mí me basta luchar con mis poderes, pero a ti podrían serte útiles.
DAG: (Ilusionado) Me encanta matar demonios. Es tan… ¡chupi!
MELINDA: Qué envidia. Tú lo ves como si fuera un juego…
DAG: (Se agarró al brazo de Melinda) Venga, lanza una de esas pociones transportadoras.
MELINDA: No hay tiempo que perder, vamos a matar a esas zorras fumadoras. (Desaparecieron en una nube de humo rosa)

Un segundo después, los dos aparecieron en un frondoso parque donde un grupo de hombres huía despavorido de las furias. Melinda y Dag corrieron hacia la multitud, dispuestos a acabar con ellas.

Marvin y Prue paseaban de la mano por una de las más transitadas calles de Nueva York. Ella miraba embelesada la arquitectura de esa maravillosa ciudad.

PRUE: Ojala me hubiera traído mi cámara.
MARVIN: ¿Es que no has hecho ya bastantes fotos estos días?
PRUE: (Sonrió) Claro que las he hecho, pero nunca son suficientes.
MARVIN: Aún tienes mucho tiempo por delante. 

Ambos se quedaron en silencio durante unos segundos contemplando la ciudad que nunca duerme. Los semáforos cambiaban constantemente de color ante sus atentas miradas. Los coches iban y venían y los taxis pintaban de un amarillo intenso las calles.

MARVIN: ¿Sabes? En Hong Kong... En Hong Kong...
PRUE: (Mirándolo con los ojos entrecerrados) ¿Qué pasa en Hong Kong?
MARVIN: Creo que deberíamos ir a Hong Kong.
PRUE: Pero si fue idea tuya venir aquí.
MARVIN: Pero ahora quiero ir allí. Hay… (Prue ya se había enfadado y no estaba escuchando a Marvin) Escucha… Hay un tipo, un viejo, es un viejo que hace cosas con los poderes.
PRUE: (Mirándole con el ceño fruncido) ¿Que hace cosas con los poderes? ¿Qué quieres decir, Marvin?
MARVIN: Yo antes… Tenía el poder de teletransportarme... Y ya no lo tengo.
PRUE: ¿Qué hiciste? (Seria) ¿Dónde está ese poder ahora?
MARVIN: Tuve que pagarle… Fue una mala época, en los años 60.
PRUE: (Negando con la cabeza) Pero no entiendo por qué quieres ir allí… ¿Para qué?
MARVIN: Quiero poderes nuevos, necesitamos poderes nuevos. Esto es cada vez más peligroso. Imagínate si yo vuelvo a tener el poder del teletransporte. Sería realmente fantástico. Podríamos ir de un lugar a otro en un abrir y cerrar de ojos.
PRUE: Pues no haberlo vendido cuando lo tuviste. (Dijo enfadada y alejándose de él)
MARVIN: (Acercándose a ella) Ey… Ven. (Cogiéndola del brazo) Sabes que puedes confiar en mí. Es por nuestro bien.

Patricia miraba la gente pasar desde la ventana de la sala de espera del hospital. La enfermera salió de la habitación y le hizo un gesto a la joven para indicarle que ya podía entrar de nuevo.

PATRICIA: ¿Ya?
ISABEL: Sí. Ya sabes cómo es esto. Te sacan de la habitación cada vez que tienen que hacerte cualquier prueba por tonta que sea.
PATRICIA: No te preocupes. Iba a ir a comprarme algo para comer ahora pero no me ha dado tiempo. ¿Quieres que te coja algo a ti también?
ISABEL: Bueno… La verdad es que no tengo mucho apetito. Y eso que aquí casi no he comido nada.
PATRICIA: Está claro que estos sitios le cierran el estómago a cualquiera. Pero tranquila, pronto volverás a estar en casa y a comer como antes.
ISABEL: Aunque bueno, si me subes una chocolatina la verdad es que te lo agradecería. Jeje.
PATRICIA: (Cogió su bolso) ¿La de almendras o la que está rellena de caramelo?
ISABEL: (Sonrió) Tráeme una de cada.
PATRICIA: (Le acarició el pelo) Ahora mismo vuelvo, preciosa. No te muevas de aquí, eh. (Dijo bromeando)
ISABEL: No, no, tranquila. Aunque quisiera no podría irme.
PATRICIA: Hasta ahora entonces.
ISABEL: No tardes.

Patricia bajó las escaleras y llegó a la primera planta, donde se dirigió a la cafetería del hospital. Mientras tanto, Becky fluctuó hasta la habitación de Isabel.

ISABEL: (Oyó pasos) ¿Patricia?
BECKY: No, no soy Patricia.
ISABEL: ¿Se puede saber qué haces tú aquí?
BECKY: (Sonrió malévolamente) He venido a hacerte una visita. (Cerró la puerta de la habitación)

En la cocina de la mansión, Phoebe mecía con desgana el carrito de su sobrina Bianca mientras esperaba a que se durmiera. Cada vez que estaba sola comenzaba a recordar todo lo que le había con Owen y se venía abajo. De pronto, se le antojó beber algo y se dirigió lentamente hacia el armario de las bebidas alcohólicas. Cogió una de las botellas y cuando estaba apunto de servirse una copa, alguien entró por la puerta de atrás y la sorprendió.

HENRY: ¡Te pillé con las manos en la masa!
PHOEBE: (Se asustó) ¡Ahhh! ¡¿Es que no podéis llamar antes de entrar?!
HENRY: ¿Qué estabas haciendo? No irías a beberte esa botella, ¿verdad?
PHOEBE: Claro que no. (Improvisó) Lo que pasa es que la pequeña Bianca se ha hecho una heridita y quería curársela para que no se le infectara. Pero no nos quedaba alcohol en el botiquín, así que no me ha quedado más remedio que limpiársela con esa botella de… ¿Ginebra?
HENRY: (Se cruzó de brazos) Ya…
ESTHER: (Cogió en brazos al bebé) Ay pobre, ¿dónde tiene la heridita?
PHOEBE: (Se hizo la loca) Por… la zona de la cabeza…
ESTHER: Pues yo no veo nada, eh.
HENRY: Claro que no, está mintiendo como una bellaca.
PHOEBE: ¡Bueno, vale! Lo reconozco, iba a beber un poco. ¡Pero sólo un traguito de nada!
HENRY: Ya… ¿Es que no te vas a quitar nunca a Owen de la cabeza?
PHOEBE: (Se sentó sobre la mesa) Y yo qué sé…
HENRY: Phoebe, hay que pasar página de una vez. Ahí afuera hay millones de chicos de tu edad deseando conocerte.
ESTHER: Claro que sí, con lo guapa y simpática que eres tú seguro que si te lo propones, no tardas ni una semana en encontrar novio.
PHOEBE: Oh, claro… Qué fácil es decirlo. Como vosotros ya tenéis la vida resuelta…
HENRY: Anda, arréglate un poco que nos vamos a ligar. Bueno, ligas tú, nosotros sólo te acompañamos.
PHOEBE: ¿Ahora? Es que…
ESTHER: Es que nada. Venga, no busques más excusas y ponte en marcha.
PHOEBE: (Se fue de mala gana) Joder con los amantes de Teruel…

Después de la lucha, Melinda y Dag se trasportaron hasta el paseo marítimo de la playa más cercana, donde pudieron observar cómo el sol se ponía en el horizonte.

MELINDA: Madre mía, ¿has visto la cara que ha puesto esa furia cuando te equivocaste y la lanzaste la poción transportadora? Jajaja.
DAG: Es que me lío con los colores. ¿Y tú qué? (Gesticuló con las manos) ¡Qué manera de hacerlas explotar por los aires! Jajaja. La verdad es que lo hemos pasado bastante bien. O por lo menos mejor que ellas. Jajaja.
MELINDA: (Sonrió) Hacía tiempo que no me divertía tanto.
DAG: Ya sabes, cuando quieras lo repetimos.
MELINDA: Pues cuando tú quieras, porque otra cosa no sé, pero demonios… hay para aburrir. Jeje.
DAG: Mira cómo juegan aquellos niños en la orilla del agua. Parece que lo están pasando bien. ¿Te vienes a la arena?
MELINDA: ¿Cómo voy a entrar yo a la playa con este calzado?
DAG: Pues quítate los zapatos.
MELINDA: Ay, no, qué pereza…
DAG: (Le quitó los zapatos) ¡Vamos!
MELINDA: ¡Dag! ¡Mis zapatos! ¡Devuelve mis zapatos!

Dag se bajó de un salto a la arena y empezó a correr hacia el agua. Melinda le seguía lo más rápido que podía mientras se reía a plena carcajada.

MELINDA: ¡Dag, no tiene gracia! Jajaja.
DAG: ¿Entonces por qué te ríes tanto?
MELINDA: ¡Y yo qué sé! ¡Dame mis zapatos, ahora mismo, por favor!
DAG: Anda, dirás que te lo estás pasando mal.
MELINDA: ¡No, pero me da mucha vergüenza que me vean así!
DAG: ¡Pero si no hay nadie! Jajaja.
MELINDA: (Se abalanzó sobre él) ¡Te atrapé!


Melinda se lanzó al cuello de Dag y juntos cayeron a la arena. Sus rostros estaban demasiado cerca y sin saber por qué, no pudieron evitar lanzarse una mirada de pasión. Ambos se sonrieron y sin darse cuenta, de un momento a otro, se dieron un tierno y sencillo beso en los labios. De pronto, Melinda volvió a la realidad y se apartó de Dag algo extrañada.

MELINDA: (Avergonzada) ¿Por qué… lo has hecho?
DAG: No lo sé. Estábamos tan cerca y algo dentro de mí me dijo que lo hiciera… ¿Te has enfadado conmigo?
MELINDA: No, pero creo que no deberíamos repetir esto. Es más, creo que no deberíamos volver a recordar lo que ha pasado.
DAG: Creo que nunca antes había besado a nadie. ¿No te ha gustado?
MELINDA: Sí. Bueno, no. A ver, un poco. No ha estado mal, pero Dag… Yo estoy casada con Jared y no creo que esto le haga mucha gracia.
DAG: Te entiendo.
MELINDA: Mejor será que nos vayamos a casa y hagamos como si nada. ¿Vale?
DAG: (No tuvo más remedio que aceptar) Me parece bien.

Becky andaba alrededor de la cama de Isabel, mientras ésta empezaba a ponerse nerviosa.

BECKY: Seamos sinceras, ninguna de las dos nos soportamos. ¿Verdad?
ISABEL: Fuiste tú la que jugaste con los sentimientos de mi hermano y ahora pretendes recuperarle como si nada.
BECKY: Lo dices como si fueras la hermana perfecta.
ISABEL: Eso son cosas nuestras. No te metas en los asuntos de mi familia o saldrás muy mal parada.
BECKY: ¿Mal parada? Eres tú la que estás ingresada en este hospital… (Acarició las piernas de la joven) Debes tener más cuidado cuando cruces la calle.
ISABEL: ¡Sal de aquí ahora mismo!
BECKY: ¿Es que no te agrada mi presencia? A mí tampoco me agrada la tuya, y tengo que aguantarme. Aunque no por mucho tiempo…
ISABEL: ¡Llamaré a las enfermeras!
BECKY: Isabel, no me gusta encontrarme piedras en el camino. Y tengo la impresión de que en estos momentos tú te has convertido en una piedra.
ISABEL: ¡Ayud…!
BECKY: (Tapó su boca) Shhh. ¿No te han dicho nunca que callada estás más guapa? Bueno Isabel, creo que esto ya ha durado el suficiente tiempo. Nos veremos en otra vida.

Becky puso su otra mano sobre la frente de Isabel, la cual intentaba pedir socorro inútilmente. De la palma de su mano comenzaron a salir unos rayos azules que se clavaron en la cabeza de la joven. Fue una muerta rápida. Un instante después, Isabel yacía sin vida en la cama y Becky se alejó de ella para fluctuar lejos de allí. Patricia entró de repente en la habitación al oír los ruidos, pero ya era demasiado tarde.

PATRICIA: ¿Qué haces tú aquí?
BECKY: (Fluctuó) Ya nada.
PATRICIA: (Sorprendida) ¡¿Qué coño…?! (Se acercó a Isabel) ¿Isabel? ¿Estás bien? ¡Isabel!

Patricia le tomó el pulso pero no encontró señales de vida en el cuerpo de Isabel. Anonada por lo ocurrido, dejó caer las chocolatinas que sostenía en su mano. De camino a la habitación, Alex venía ensayando una conversación con Patricia por el pasillo.

ALEX: Lo he pensado mejor y creo que te quiero. No, demasiado directo. Patricia, la vida nos está dando sorpresas constantemente… Dios, ¿qué tonterías estoy diciendo?

Entró en la habitación con una sonrisa que pronto borró de su rostro cuando vio que Patricia, en estado de shock, lloraba junto a Isabel.

ALEX: ¿Qué…?
PATRICIA: Alex, yo no he hecho nada. Cuando he llegado ya estaba así. Becky estaba…
ALEX: ¿Becky? Becky está en casa. (Comenzó a llorar) ¡¿Qué estás diciendo Patricia?! (Se acercó a Isabel) Isabel… Despierta, por favor. ¡Isabel! ¡Isabel!
PATRICIA: Alex… yo…
ALEX: ¡Vete de aquí!
PATRICIA: (Asustada) ¡Yo no la he matado! ¡Créeme!
ALEX: (Histérico) ¡He dicho que te vayas! ¡Vete y no vuelvas!

Wyatt y Chris llegaron orbitando a casa y se dirigieron a la cocina buscando al resto de sus primos.

CHRIS: ¿Hola? ¿Estáis en casa?
WYATT: Parece que han salido.
CHRIS: Bueno, ¿me vas a decir ya qué es lo que te ha pasado antes?
WYATT: Ha sido… James.
CHRIS: ¿James? Pero… ¿Cómo?
WYATT: Ahora que tiene más poderes, habrá conseguido entrar en mi mente para volver a llevarme a su bando. Era tan… real… Cada palabra que decía se me clavaba en la mente como si de un cuchillo afilado se tratase.
CHRIS: Mencionó a… Alison, ¿verdad?
WYATT: (Cabizbajo) Sabe dónde hacer daño.
CHRIS: (Le consoló) Vamos a recuperarla. Cueste lo que cueste, volverás a estar con ella. Te lo prometo.
WYATT: Ese cabrón… No nos va a dejar en paz hasta acabar con nosotros.
CHRIS: No queremos aceptarlo pero ya es un hecho. La batalla se acerca y debemos estar preparados para lo que pueda pasar.

Los hermanos fueron sorprendidos cuando alguien llamó varias veces al timbre de la casa.

WYATT: Será alguno de estos. Voy a abrir.
RACHEL: (Bajó las escaleras) ¡Ya voy!
WYATT: Anda, no sabía que estabais en casa.
RACHEL: (Abrió la puerta) ¿Hola?
LOUISE: Buenas noches. (Les enseñó la placa) Soy la inspectora Louise Ryan. ¿Está Prue Halliwell en casa?
RACHEL: (Miró a su primo) Pues…
WYATT: No, no está en casa. ¿Ocurre algo?
LOUISE: ¿No está en casa? ¿Y cuándo podré hablar con ella?
WYATT: Verá… No sabemos dónde está nuestra tía… Hermana, quería decir hermana. Se fue de casa hace unos días y no sabemos nada de ella desde entonces.
LOUISE: Señor Halliwell, no intente encubrirla. Tarde o temprano daremos con ella, y si colabora le aseguro que será mucho mejor para todos.
WYATT: Le juro que no sabemos dónde está.
LOUISE: ¿Sabe que su hermana ha sido relacionada con varios intentos de homicidio sucedidos en la ciudad en estos últimos meses?
RACHEL: (Sorprendida) ¡¿Qué?!
CHRIS: (Se acercó a ellos sin saber qué decir) ¿Prue?
LOUISE: Mi trabajo es hacer justicia y ustedes no pueden evitarlo.
RACHEL: Nuestra prima no sería capaz de hacer algo así. Creo que se están equivocando de persona.
WYATT: Lo siento, nosotros no podemos ayudarla.
LOUISE: (Sonrió de mala gana) Hasta pronto entonces.
WYATT: (Cerró la puerta) ¿Qué cojones está pasando con Prue?
CHRIS: ¿Ha dicho “intento de homicidio”? Quizás la vieran matando a algún demonio.
RACHEL: No creo… Chicos, tenemos que contárselo a los demás. Esto no me gusta ni un pelo. ¿Se puede saber qué está pasando con Prue?
WYATT: Eso mismo me gustaría saber a mí. Creo que esto se nos está yendo de las manos…

Phoebe, Henry, Esther y la pequeña Bianca volvían a casa dando un agradable paseo.

PHOEBE: Yo no sé para qué hemos armado tanto lío, al final… nada.
HENRY: Es que si no pones un poco de tu parte, es muy difícil.
PHOEBE: ¿Cómo que yo no he puesto de mi parte?
HENRY: Phoebe, te han entrado tres tíos y has pasado de cada uno de ellos en menos de dos minutos.
PHOEBE: Oye, si no son mi tipo pues qué le voy a hacer…
ESTHER: Pero si eran guapos, mujer. (Cogió de la mano a su novio)
PHOEBE: No estaban mal pero no eran…
HENRY: Pero no eran Owen, ¿verdad? Phoebe, si sigues así lo vas a pasar muy mal, yo lo digo por tu bien.
PHOEBE: ¡Que no es por eso! Si yo digo que me he olvidado de Owen, ¡es que me he olvidado! ¡Owen es pasado! ¡Y ahora mismo me voy a ligar! ¡Hoy vuelvo a casa acompañada! (Se colocó el bolso y cruzó la calle) ¡Y no me esperéis despiertos!
ESTHER: (Sonrió sorprendida) Por dios, qué talento tienes para manipular a la gente.
HENRY: (Se hizo el machote) No sabes tú muy bien el novio que tienes.
ESTHER: Cada día me sorprende más tu familia. Son todos tan… peculiares.
HENRY: (Suspiró) No lo sabes tú muy bien, preciosa. (Le dio un cariñoso beso)

Cuando el resto de los primos llegaron a casa, Wyatt y Chris les contaron el asunto de la escuela de magia y lo ocurrido con la inspectora Ryan. Pasó una difícil noche para todos, cargada de tormentas veraniegas que le quitaron el sueño a más de uno. A la mañana siguiente, el cielo de Chicago amaneció aún nublado pero sin peligro de precipitaciones. Henry y Rachel iban camino de la comisaría central de la ciudad para saber más acerca de lo ocurrido con Prue.

HENRY: Aún no entiendo cómo he accedido para hacer esto.
RACHEL: Porque eres una buena persona y siempre estás dispuesto a ayudar a los demás. Como todos los Halliwell.
HENRY: Pero esto no tiene nada que ver con la magia. Esto es algo que podría dejarme en la calle o quizás algo peor. ¿Y si me meten en la cárcel?
RACHEL: Anda, no digas tonterías.
HENRY: Mi carrera tocaría fondo… Sería la vergüenza de la familia…
RACHEL: Pero si va a ser sólo un momentito. Les enseñas la placa, que con tanta prisa y tanto trabajo como tienen allí casi ni se pararan a mirar. Entras conmigo como si me llevaras detenida. Cuando nadie nos vea, distraes a la inspectora Ryan y yo me cuelo en su despacho. Busco la información que tenga sobre el caso de Prue y nos volvemos a casa.
HENRY: Claro, así suena todo muy sencillo. ¿Y si algo sale mal? ¿Y si no nos dejan pasar? ¿Y si no conseguido distraer a la inspectora Ryan el suficiente tiempo y te encuentra husmeando entre sus archivos?
RACHEL: Ay, Henry… Siempre tan pesimista.
HENRY: No soy pesimista. ¡Soy realista!
RACHEL: Venga, tranquilízate que ya hemos llegado. Respira hondo y piensa que todo va a salir bien.

Henry agarró a su hermana del brazo, como si de una detenida se tratase y entró lleno de valor al edificio. Los pasillos eran mucho más grandes que los de la pequeña comisaría en la que él trabajaba. La gente iba cargada de papeles de un lugar a otro sin pararse ni un instante. Dos guardias de seguridad detuvieron a Henry y le pidieron su placa. Éste se la dio y rezó en silencio para que les dejaran entrar.

Mientras tanto, Patricia salió muy desanimada de su habitación y se dirigió a la de Phoebe. Necesitaba el apoyo de una hermana después de lo que había ocurrido.

PATRICIA: (Llamó a la puerta) Phoebe, ¿estás despierta?

En el interior del cuarto, Phoebe se desperezaba como cada mañana mientras sonreía al chico con el que había pasado la noche.

PHOEBE: (Susurró) Hola, guapo.
CHICO: (Se besaron) ¿Qué tal?
PHOEBE: Bastante bien. Muy bien, diría yo.
PATRICIA: (Insistió al otro lado de la puerta) ¿Phoebe?
PHOEBE: (Se cubrió con las sábanas) ¡Un momento, Patricia! (Se dirigió a su ligue) Es mi hermana, espérate aquí un momento.
CHICO: Claro que sí, preciosa.

Phoebe no encontró su ropa de la noche anterior, por lo que se ató la sábana al cuerpo y se dirigió a la puerta.

PHOEBE: (Abrió la puerta) Buenos días, Patricia.
PATRICIA: No tan buenos… ¿Puedo pasar?
PHOEBE: Verás… Es que ahora estoy algo ocupada…
PATRICIA: Por favor, necesito hablar contigo.
PHOEBE: (Le hizo un gesto al chico para que se escondiera) Bueno, si tanto te urge, cuéntame.
PATRICIA: Ayer me pasó algo horrible.
PHOEBE: ¿Qué te pasó?
PATRICIA: (Asustada) Bajé a comprar algo para comer mientras estuve en el hospital con Isabel. Cuando subí me encontré con Becky en la habitación, y lo más extraño de todo es que se fue de allí fluctuando. Isabel estaba muerta en la cama y Alex entró justo cuando yo estaba con ella. Se asustó mucho, no entendía lo que había pasado y ahora cree que yo tuve algo que ver con su muerte.
PHOEBE: (Salió al pasillo y cerró la puerta del dormitorio para que el chico no las oyera) Espera… (Impactada) ¿Qué? ¿Isabel está muerta? ¿Becky es una demonio? Patricia… ¿Qué estás diciendo?
PATRICIA: Sé que es difícil de entender pero te juro que eso fue lo que pasó. (Comenzó a llorar sobre el hombro de su hermana) No pude hacer nada por salvarla…
PHOEBE: Tranquila, tú no tienes la culpa de lo que pasó.
PATRICIA: Pero Alex piensa que sí. Nunca me lo perdonará. No te imaginas lo duro que fue verla así… Estaba tan… fría… Ahora que ya estábamos mejorando nuestra relación… Oh, dios, no…
PHOEBE: (La intentó consolar) Cálmate, te prometo que vamos a solucionar esto. Eh, te lo prometo.

James caminaba en silencio por un misterioso bosque inundado por la niebla. La malévola sonrisa que tenía pintada en la cara no parecía ser ni medio humana. Se frotaba las manos pensando en la masacre que estaba apunto de cometer. Alice se acercó a él por la espalda y le mordió cariñosamente en la nuca.

ALICE: ¿Qué haces por estos oscuros lugares?
JAMES: Me gusta pasear por este bosque porque me ayuda a aclarar mis ideas.
ALICE: ¿Vas a hacerlo?
JAMES: Así es. Aún no me creo que después de todo este tiempo vaya a acabar con ella. Me ha arruinado tantos planes… Ha intentado quitarme el puesto tantas veces… Pero ahora eso se ha acabado. Al fin he ganado yo.
ALICE: Por cierto, ¿sabes que tu querido hermano sigue con vida?
JAMES: ¿Jared? No me importa. Mi propósito está cumplido. Para alzarme como el demonio más poderoso que jamás haya existido me valía con reunir la suficiente sangre fría como para acabar con mi medio hermano. Que esté muerto o no, ya no es mi problema.
ALICE: Corre, no le hagas esperar más a tu víctima. ¿Vas a ir solo?
JAMES: Llevaré conmigo a un par de mis hombres, por lo que podamos encontrarnos allí… Nos vemos luego, querida.
ALICE: Suerte. (Le besó en los labios)

Tras conseguir entrar en la comisaría sin levantar demasiadas sospechas, Henry y Rachel buscaban el despacho de la inspectora Ryan.

HENRY: ¿No hemos pasado por aquí antes? ¡Estamos dando vueltas!
RACHEL: Que no. Lo que pasa es que aquí todos los pasillos son iguales.
HENRY: ¿Pero cuántas plantas hay aquí? ¿Ésta es ya la cuarta o la quinta?
RACHEL: ¡Ay, Henry, ¿quieres callarte un rato?!
HENRY: (Susurró) Shhh… Ni grites. No les hagas sospechar aún más de nosotros.
RACHEL: Mira, es ése de allí. (Se acercaron a la puerta) “Inspectora Louise Ryan” ¿Qué hacemos? ¿Llamamos?
HENRY: Yo llamo y tú te escondes detrás de esas plantas. Cuando consiga sacarla, te metes sin que te vea nadie, ¿vale?
RACHEL: Entendido.
HENRY: Pfff… 1… 2… y 3. (Llamó a la puerta)
LOUISE: (Salió a abrir) ¿Sí?
HENRY: (Improvisó) Hola, soy el técnico que han llamado para que arregle… el ascensor.
LOUISE: ¿El ascensor? Pero si yo he subido esta mañana sin ningún problema. (Dijo en tono cortante)
HENRY: (Hizo un gesto para que Rachel entrara en el despacho) Bueno, es que hay varios. Este sitio en tan grande… No me contradiga, por favor, llevo toda la mañana intentado arreglarlo.
LOUISE: Si usted lo dice… Bueno, ¿y qué es lo que quiere que yo haga?
HENRY: Em… Me dijeron que cuando llegara preguntase por Louise Ryan. Es usted, ¿verdad?
LOUISE: ¿Cómo que cuando llegara? ¿No dice que lleva aquí toda la mañana intentando arreglarlo?
HENRY: (Nervioso) Claro, arreglando otras cosas que también estaban… (Sonrió)… estropeadas.
LOUISE: Bueno mire, no tengo tanto tiempo como para estar aquí perdiéndolo con usted. Buenos días. (Se metió a su despacho)
HENRY: ¡No! ¡Espere! Mis ayudantes creen que podría haber una fuga de agua en su despacho.
LOUISE: ¿Una fuga de agua? ¿Pero usted no venía a arreglar el ascensor?
HENRY: Así es, así es. Pero creemos que podría estar estropeado por un cortocircuito producido por una fuga de… (Volvió a sonreír)…agua.
LOUISE: Oiga, aquí no hay ninguna fuga de nada. Váyase a molestar a otro, yo estoy ocupada. (Cerró dando un portazo)
HENRY: (Susurró) Mierda…

Chris y Wyatt admiraban la gran cantidad de libros que había en las estanterías de la Escuela de Magia, mientras esperaban a que llegara la directora.

WYATT: Madre mía, cuántos recuerdos me trae este sitio…
CHRIS: (Bromeó) ¿Buenos o malos? Recuerdo que una vez me mandaron practicar un conjuro, pero no había estado atento durante la clase y cuando lo hice casi le quemo el traje al profesor. Jajaja.
WYATT: Para que veas, y ahora vamos a ser nosotros los que demos las clases.
CHRIS: La vida da muchas vueltas, hermanito…
WYATT: Somos Halliwell, qué se puede esperar. (Sonrió)

Las puertas de la sala principal se abrieron y una mujer de pelo dorado oscuro entró en ella con una sonrisa en la cara. Llevaba puesto un traje color turquesa a juego con sus preciosos ojos. Transmitía bondad, elegancia y firmeza.

FIONA: (Les estrechó la mano) Perdonad la tardanza. Estaba resolviendo unos asuntos. Creo que no nos habíamos visto antes. Soy Fiona Ackles, la directora.
WYATT: Encantado.
CHRIS: Sí, nuestro padre nos ha hablado muy bien de usted.
FIONA: Fue uno de los mejores profesores con los que ha contado esta escuela. Y espero que vosotros lo hagáis mejor o por lo menos igual que él. Jeje. ¿Queréis tomar algo?
WYATT: No, no se moleste.
FIONA: Tranquilos, no es molestia.

Fiona hizo un gesto con la mano y una nube de humo azul salió de su palma. Un segundo después se había convertido mágicamente en una bandeja de plata llena de dulces navideños.

FIONA: ¿Un dulce?
CHRIS: (Cogió uno) Oh, gracias.
FIONA: ¿Lo veis como no era molestia? Jeje.

Melinda estaba en el salón, alimentando a la pequeña Bianca cuando sintió cómo alguien caminaba detrás de ella. Se volvió para ver quién era y una furia la lanzó contra el suelo. El bebé comenzó a llorar y el resto de la familia acudió a ver qué pasaba.

PHOEBE: ¡Melinda, ¿estás bien?!
MELINDA: (Dolorida) Sí, sólo ha sido un rasguño. ¡Cuidado con las furias!
FURIA 1: (Se abalanzó sobre Phoebe) ¡Agggg!
PHOEBE: (La esquivó) ¡Ah!
DAG: ¡Melinda!
MELINDA: (Se levantó con cuidado) Parece que han venido a vengar a sus hermanas. Dag, saca de aquí a la niña.
PHOEBE: ¡Patricia, agáchate!
PATRICIA: (Cayó al suelo) ¡Ahhh!
FURIA 1: Muere… ¡Bruja!
MELINDA: (Explotó a la furia) ¡Arde en el infierno, zorra!
FURIA 1: (Voló por los aires) ¡¡Noooo!!

Phoebe se acercó para ayudar a su hermana pero no la dio tiempo a llegar cuando otra de las furias la agarró por la pierna y la lanzó contra una de las estanterías. El suelo estaba lleno de los restos del mueble y la joven se encontraba inconsciente sobre la alfombra. El rostro de su hermana le recordó a Patricia lo ocurrido con Isabel y se levantó llena de ira. Alzó sus manos y lanzó una llamarada de fuego contra las dos demonios, las cuales murieron entre cenizas y humo. Phoebe recobró el sentido, pero tenía una gran herida en la espalda. Melinda se acercó a ella.

MELINDA: No te preocupes, ahora mismo te curamos.
PHOEBE: ¿Patricia está bien?
MELINDA: (Miró a su prima) Por supuesto. Ella ha acabado sola con dos de las furias. (Sonrió orgullosa) 

Patricia le devolvió una sonrisa que pronto borró de su cara cuando vio a Alex a través de la ventana. Estaba parado frente al cristal. Su cara de asombro indicaba que había presenciado toda la escena de la lucha. Patricia corrió hacia la puerta para hablar con él e intentar explicarle lo ocurrido.

PATRICIA: (Salió a fuera) Alex, espera…
ALEX: (Asustado) No me toques.
PATRICIA: Alex, por favor. Déjame que te lo explique.
ALEX: No quiero que me expliques nada. Aléjate de mí para siempre. Ya me has hecho bastante daño.
PATRICIA: Tú no lo entiendes.
ALEX: ¡Claro que no lo entiendo! Mi hermana se había recuperado a lo largo de toda la semana y cuando te quedas con ella me la encuentro… muerta. Patricia, ¡Isabel está muerta! ¡Y tú has lanzado fuego por las manos! ¡¿Cómo cojones voy a entender eso?!
PATRICIA: (Llorando) ¡Yo no he matado a tu hermana!
ALEX: No quiero volver a verte. Mañana haré las maletas y me mudaré con Becky a otra parte.
PATRICIA: Alex, te estás equivocando. Becky no es como tú te piensas.
ALEX: ¿Y tú sí? ¿Cómo eres tú, Patricia? Porque lo que yo acabo de ver en tu casa no es normal. Déjame ir ahora, antes de que esto acabe peor…

Alex se marchó furioso y decepcionado a su casa mientras Patricia lloraba desconsoladamente en el bordillo de la acera. Tarde o temprano acabaría sucediendo algo así, era de esperar en la familia Halliwell.

Rachel estaba bajo la mesa de Louise mientras ésta ordenaba los papeles que tenía en las estanterías. Si su hermano tardaba un minuto más en sacarla de allí, la inspectora la pillaría y tendrían serios problemas. De pronto, la puerta del despacho se abrió de golpe y George, uno de los compañeros de trabajo de Louise entró con decisión.

GEORGE: Louise, tienes que bajar a la recepción ya mismo. Acaba de llegar el comisario jefe y quiere hablar contigo.
LOUISE: (Extrañada) ¿Conmigo? ¿De qué?
GEORGE: No lo sé. Sólo me ha dicho que venga a buscarte. Baja rápido, está bastante mosqueado…
LOUISE: Yo no entiendo qué pasa esta mañana, pero bueno. Gracias por llamarme. (Salió del despacho)
GEORGE: (Miró bajo la mesa) ¡Venga, vámonos!
RACHEL: ¡No me detenga, por favor! ¡Soy inocente! (Salió con las manos en alto)
GEORGE: ¿Qué? Que no, que soy yo. ¡Henry! (Recuperó su aspecto) Ya está.
RACHEL: (Sonrió) ¿Has utilizado tu poder de metamorfosis? Muy bien pensado. Pero podrías haberlo hecho antes.
HENRY: Bueno, mejor tarde que nunca. Vámonos de aquí antes de que vuelva.
RACHEL: (Le cogió de la mano) Ven, vamos al baño.

Henry y Rachel pasaron de puntillas por el pasillo hasta llegar al baño de señoras.

HENRY: ¿No podemos pasar al mío?
RACHEL: Déjate de tonterías y escucha lo que te voy a decir.
HENRY: (Entraron y cerraron la puerta) A ver, ¿qué has encontrado?
RACHEL: Esto es más serio de lo que creíamos. Hay varios testigos que han visto a Prue cerca de todos los incidentes. Las víctimas no eran asesinadas, sólo las dejaban en coma.
HENRY: ¿Todas?
RACHEL: Sí, todas y cada una de ellas. Esto es muy raro, Henry… ¿De verdad crees que Prue es capaz de matar a un inocente?
HENRY: Nunca habría llegado a imaginármelo pero ya son demasiados los misterios que la rodean desde hace meses…
RACHEL: Bueno, haya sido ella o no, pronto vamos a saberlo. Ahora que se han encontrado casos similares, la inspectora ha iniciado una búsqueda por todo el estado. Y no creo que pare hasta dar con ella…

En la guarida de las rosas negras, todas las mujeres se habían reunido alrededor de una roca, sobre la cual estaba subida Nahia.

NAHIA: ¡Hermanas, escuchad! Como ya sabéis, son demasiados los rumos que corren sobre el ascenso de James como para ignorarlos. Ahora más que nunca debemos ser fuertes y estar preparadas para lo que pueda llegar. Nuestro enemigo es poderoso, pero nosotras somos una hermandad. Siempre hemos actuado en conjunto, y hemos llegado alto. Cada vez estamos más cerca del trono y de alzarnos sobre el inframundo. ¡No dejéis que os intimiden! ¡No os rindáis sin antes luchar! Y lo más importante: No os olvidéis que somos un clan y juntas, somos invencibles.

Nahia se giró al oír unos aplausos que provenían de detrás de ella. James apareció de entre las sombras caminando despacio.

JAMES: Bravo. He de decir que ése ha sido un discurso muy motivador. Aunque a estas alturas… algo inútil, la verdad. (Sonrió fríamente)
NAHIA: Maldito bastardo… (Se bajó de la roca dando un salto) ¿No te cansas de aparentar ser tan inhumano?
JAMES: ¿Y quién te ha dicho a ti que yo no soy inhumano?
NAHIA: Tarde o temprano caerás, reconócelo.
JAMES: Bueno, no te lo niego. Pero intentaré que no seas tú ni tu ridículo clan las que me destronéis. Sería bastante lamentable para mi persona.
NAHIA: ¿Te crees que porque eres el demonio más poderoso del inframundo también eres invencible?
JAMES: No lo sé, dímelo tú.
NAHIA: No puedes juntar todo tu ejército en una sola persona. Si el rey cae, la partida acaba. Yo por lo menos, tengo peones… Divide y vencerás. (Le lanzó una bola de fuego) ¡¡¡Matadlo!!!
JAMES: (Deshizo la bola) ¿Acaso pensabas que iba a luchar solo? ¡Adelante!

Tres de los hombres más poderosos de La Fuente fluctuaron hasta el lugar y se abalanzaron sin piedad contra las rosas negras. Algunas les esquivaron y otras fueron vencidas. Nahia comenzó a lanzar bolas de fuego contra James, pero ninguna consiguió alcanzarle. Aquello se convirtió en una batalla a sangre fría donde cada vez había más criaturas muertas que vivas. Una de las rosas negras agarró al demonio por la espalda e intentó clavarle un cuchillo en el cuelo pero éste la cogió de un brazo y la lanzó bestialmente contra la pared. La Fuente lanzó una descarga eléctrica que fulminó a cuatro de sus enemigas a la vez. Nahia corría de un sitio a otro esquivando las llamaradas de fuego y energía que estaban lanzándole. Se sentó detrás de una roca y notó cómo brotaba la sangre de una herida que acababa de hacerse en la pierna. Las pocas mujeres que quedaban se dieron cuenta de que aquello era un suicidio y decidieron salir de allí antes de perecer en la batalla. James sonrió al ver que indefensa a su enemiga tras la roca.

JAMES: Márchate. Yo me encargo de ella. (Le dijo al único ayudante que había sobrevivido)
NAHIA: (Intentó levantarse pero no pudo) Hijo de puta…
JAMES: (La cogió del pelo) Vaya, vaya… ¿Qué tenemos aquí? Parece que tus amigas te han traicionado y te han dejado morir sola, ¿verdad? ¿Qué decías de un clan? ¡Jajajaja! (Rió despiadadamente) ¿No te resulta decepcionante? Has perdido mucho tiempo intentando revelarte contra mí y mírate ahora… (Le susurró al oído) Das pena.
NAHIA: (Intentó contenerse) ¡No me das ningún miedo!
JAMES: ¿Y por qué tus ojos de corderito degollado dicen lo contrario? Nunca te había visto tan… asustada. Y la verdad es que me gusta. Voy a echar de menos esa expresión cuando acabe contigo.

James miraba fijamente a los ojos de Nahia. La líder de las rosas negras intentaba mantenerse firme ante su adversario. No quería darle el placer de mostrarse débil y asustada, pero era inevitable. La Fuente la agarró firmemente del cuello y comenzó a apretar hasta que la joven se puso morada por la falta de aire. Su hora había llegado. James estaba saboreando cada instante como si de un niño comiendo un caramelo se tratase. Nahia no lo aguantaba más y comenzó a perder el conocimiento. Pero entonces, el demonio la dejó caer al suelo.

JAMES: Aunque pensándolo bien… Si ahora acabo contigo, ¿qué gracia tendría? Prefiero que vivas la miserable vida que te queda mientras observas cómo yo me alzo a lo más alto del inframundo. (Se alejó de ella) Estás sola y agotada, ya no eres una amenaza para mí. (Se detuvo y se dio media vuelta para poder mirarla a los ojos) Por alguna razón, siempre te has creído superior a mí, pero te voy a decir algo que espero no olvides nunca, Nahia… NO lo eres.

Cuando James había fluctuado lejos de allí, Nahia levantó la cabeza y pudo observar cómo habían destrozado su guarida. Muchas de sus seguidoras habían sido brutalmente asesinadas y las demás habían huido dejándola sola. Intentó mantenerse fuerte, pero ya no podía más. De lo más profundo de su ser, dejó escapar un chillido de rabia e impotencia como nunca antes lo había hecho.


Idea original por Iammedark
Escrito por Iammedark e IDEAL906090

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