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1. EL ORIGEN DE LAS ESPECIES


Selva Negra, Alemania. Año 1397 antes de Cristo.
GETHAR: ¡Lateru, Lenai! ¡Cubrid los flancos izquierdos! (gritó desesperado mientras pasaban rayos a su lado por doquier)
LATERU: ¡Son demasiado fuertes, mi señor! (se aquejó mientras se guarecía tras un árbol)
LENAI: ¡Estamos rodeados! ¡Deberíamos retirarnos! (gritó tras esquivar una bola de energía)
GETHAR: ¡¡Nunca!! (dijo furioso, tras lo que salió de su escondrijo y se puso a lanzar bolas de energía) Acabaré con todos vosotros, basura avatar. ¡¡¡Por el inframundo!!!
LATERU: ¡¡¡Por el inframundo!!! (gritó con ira, imitándole)
Gethar y Lateru se lanzaron como locos a abatir a sus enemigos, pero calcularon mal su estrategia y en cuanto estuvieron a la vista de los avatares, fueron abatidos.
LENAI: ¡¡Gethar!! ¡¡Lateru!! (gritó horrorizada mientras se dirigía a su posición)
Ambos habían sido atrapados en una enorme esfera de energía, y parecía que su final estaba cerca. Galena logró esquivar los ataques que le lanzaban y consiguió aproximarse a escasos metros de los dos.
LENAI: Os sacaré de aquí. ¡¡Puedo hacerlo!! (afirmó angustiada mientras se disponía a tocar la esfera)
GETHAR: ¡¡¡No!!! (gritó en negativa) Pequeña Lenai, debes irte y vengar nuestra muerte...
LENAI: ¡¡No, no puedo hacer eso!! (contestó con lágrimas en los ojos) ¡No puedo abandonarte, hermano!
GETHAR: Mi preciosa Lenai... (dijo mirándola con tristeza) Debes marcharte...
Gethar aproximó su mano hacia el borde de la esfera. Lenai intentó hacer lo mismo, pero un campo de fuerza se lo impedía. Entonces, la esfera comenzó a brillar más y más, hasta que hacía daño a la vista.
Lenai, asustada, comenzó a correr, pero la esfera explotó antes de que pudiera alejarse demasiado. La explosión arrasó todo lo que encontró a su paso, lanzando por los aires a Lena con violencia y dejándola inconsciente. Entonces, dos avatares se aproximaron.
SIGMA: Mira aquí. Ha sobrevivido uno... (dijo sorprendido)
ÓMICRON: Es la hija de La Fuente... ¿Qué debemos hacer con ella?
SIGMA: No deja de ser un demonio. La mataré.
ÓMICRON: ¡¡¡Espera!!! (dijo alarmado) Puede sernos útil. Debe de saber muchas cosas de los planes de La Fuente.
SIGMA: ... Está bien. La llevaremos ante Alfa. Que decida él su futuro...

Horas más tarde...
Lenai estaba amordazada a una silla, aun inconsciente tras la explosión. Se encontraba en una habitación plateada, con símbolos grabados en las paredes.
LENAI: ¡¡¡Aaaaaggghhh!!! (gritó al despertarse tras sentirle contacto de agua helada en su cara)
ALFA: Tengo entendido que eres la hija de La Fuente.
LENA: Piérdete, abuelo...
ALFA: Reconozco que los demonios estáis siendo un enemigo bastante peliagudo... (dijo sonriente) Dinos vuestros planes y te prometo que solo se derramará la sangre justa y necesaria.
LENAI: ¿Sangre como la de mi padre? (respondió furiosa) ¡¿O como la de mi hermano?!
ALFA: Te advierto que todo esto acabará mal, y no hay nada que puedas hacer al respecto excepto salvar las vidas del resto de tu raza si colaboras.
LENAI: ¿Qué pasa? ¿Vosotros los todopoderosos avatares no podéis con unos insignificantes demonios? (dijo entre risas, burlándose)
ALFA: No es cuestión de poder, es cuestión de tiempo. Pero puedo asegurarte que si no colaboras, toda tu raza será aniquilada.
LENAI: ¡Mi padre y sus hombres vendrán a rescatarme, y todos vosotros seréis vaporizados! (contestó con odio)
ALFA: Como quieras. Adelante, Iotta.
Otro de los avatares entró en la sala y se dispuso a usar sus instrumentos de tortura contra Lenai.

Horas más tarde, Iotta se rindió por ese día. Lenai había soportado estoicamente la brutal tortura. Ómicron entró a la sala con una bandeja con comida y agua, y una toalla al hombro. Acercó una silla y la puso delante de Lenai.
ÓMICRON: Lamento que hayamos tenido que recurrir a esto... (dijo mientras le limpiaba el sudor y la sangre de la cara)
LENAI: No estaré aquí mucho tiempo. Mi padre os encontrará. (dijo mirando para otro lado)
ÓMICRON: Es posible. Pero de todas formas, eso no nos va a frenar. (contestó mirándola a los ojos) Eres la heredera legítima al trono del inframundo. Debes velar por tu pueblo. Por favor, ayúdanos. Te prometo que no os volveremos a molestar.
LENAI: ¿Traición? Jamás podría hacerle eso a mi padre. Y aunque lo hiciera, nunca obtendría la lealtad de mis congéneres de esa forma.
ÓMICRON: Entiendo tus motivos. Y una vez más, lo siento. (dijo mirándola con tristeza mientras salía de la sala)

Meses y meses pasaron, y la guerra entre avatares y demonios no avanzaba. Lenai había sido torturada a diario hasta la extenuación, sin resultado alguno. Tampoco parecía que estuvieran dispuesta a rescatarla...
EPSILON: Puedo hacer que te duela hasta que desees la muerte... (dijo mientras le atravesaba el brazo derecho con una vara de acero ardiendo)
LENAI: ¡¡¡No pienso decirte nada, hijo de puta!!! (gritó entre iracunda y dolorida)
EPSILON: Esto no te ayuda. Dinos los planes de tu padre o...
LENAI: ¿O qué? ¿Me matareis? ¡¡Jajajajaja!! (empezó a reírse, burlona) Debe ser decepcionante para vosotros que una raza que considerabais tan inferior os esté combatiendo con tanta dureza. Y mientras, vuestra única esperanza es que os cuente los planes de mi padre...
Épsilon observó a Lenai con ira, y entonces le clavó una nueva vara en el estómago.
LENAI: ¡¡¡Aaaaaaaggggggghhhhh!!!
EPSILON: Sabes que no podrás aguantar eternamente. Tarde o temprano, tendrás que...
LENAI: ¿Cuál eres tú? (preguntó interrumpiéndole) ¿El séptimo? ¿El octavo?
EPSILON: El noveno... (respondió avergonzado)
LENAI: Vaya... nueve torturadores. Debo ser muy importante si tenéis que recurrir a nueve torturadores distintos a lo largo de estos meses para sonsacarme algo...
EPSILON: No te creas que...
De repente, el sol alcanzó el símbolo más grande que había en la pared plateada, provocando que girase y emitiese un sonido como el de un carillón.
EPSILON: Has tenido suerte. Mañana volveremos a vernos las caras.
LENAI: O al décimo... (susurró agónica)
Epsilon la observó iracundo y le retiró las varas lo más dolorosamente posible. Ómicron entró en aquel momento con una bandeja llena de comida y una toalla.
EPSILON: No deberías molestarte en alimentarla, no merece la pena... (dijo con ira a Ómicron)
ÓMICRON: Cumplo las órdenes de Alfa, como bien deberías saber. (le corrigió con seriedad)
Epsilon se dirigió a la salida, farfullando cosas sin sentido, y cerró con un sonoro portazo.
ÓMICRON: No le hagas caso... (dijo sonriente)
LENAI: Su problema es que disfruta con la tortura. Pero yo disfruto más puteándole al no abrir el pico. ¡Sé que eso le pone de los nervios! (contestó entre risas)
ÓMICRON: Eres perversa... (dijo riéndose)
LENAI: Soy un demonio. (se justificó mirando para otro lado)
ÓMICRON: Te traigo la comida. Y... una sorpresa.
Ómicron sacó del bolsillo de su túnica una hermosa flor blanca y se la mostró a Lenai.
ÓMICRON: Es una orquídea, para recordarte las cosas hermosas del mundo exterior...
LENAI: Es... esto... (se quedó cortada, sin saber qué decir) ¿Por qué eres siempre tan agradable conmigo?
ÓMICRON:  ... Tengo mis motivos. (dijo mirando para otro lado)
LENAI: Te agradezco el detalle. Llevo aquí demasiado tiempo...
ÓMICRON: Lo sé... (dijo apenado)
LENAI: No han venido a buscarme, ¿verdad? En todos estos meses, ni un mísero intento...
ÓMICRON: Así es...
LENAI: No lo entiendo... ¡¿por qué me hace esto mi padre?! (dijo con los ojos llorosos)
ÓMICRON: No lo sé. Pero creo que deberías colaborar... (le contestó mientras le limpiaba las heridas) Serías libre, y la guerra podría acabar sin perder demasiadas vidas, por ambos bandos.
LENAI: No lo sé. Lo que dices tiene sentido, pero sigue siendo traición... (replicó dudosa)
Lena y Ómicron pasaron varias horas hablando, tal y como venían haciendo desde hace unos meses. Finalmente, Ómicron se marchó, con la bandeja vacía y la toalla cubierta de sangre. A la salida, se encontró con alguien que no esperaba...
BETA: ¿Te ha dicho algo importante? (preguntó saliendo de entre las sombras, como un fantasma)
ÓMICRON: No me ha dicho nada. He intentado hablar con ella, pero no parece receptiva... (mintió mientras hacía el sortilegio para cerrar la puerta)
BETA: ¿Observas algún cambio en su conducta? ¿Crees que conseguiremos hacerla hablar? (preguntó sin revelar una pizca de emociones)
ÓMICRON: ... Creo que no. No está nada dispuesta. (mintió de nuevo)
BETA: Eso no era lo que esperaba. Nos complica las cosas...
ÓMICRON: Entonces... no hay ningún motivo para que siga aquí. ¿Cierto?
BETA: Así es. Será ejecutada en breve. (dijo con frialdad)
Ante esas palabras, a Ómicron se le encogió el corazón. ¿Ejecución? Eso era algo que no se esperaba. Pero lo que más le preocupaba, era esa sensación que tenía. Había surgido en cuanto vio por primera vez a Lenai, y cada vez era más fuerte. Jamás había tenido esas emociones tan terrenales, y menos esperaba que surgieran por la presencia de un demonio.
BETA: Prepárate. Irás con Lambda a acabar con un nido de demonios e interrogar a su líder en estas coordenadas.
Beta colocó la palma de su mano izquierda sobre la derecha de Ómicron y cerró los ojos. Ómicron hizo lo mismo. En cuestión de segundos, la información pasó directamente de la mente de Beta a la de Ómicron.
BETA: ... Está hecho.
Beta se dio la vuelta y volvió por donde había venido, dejando sólo a Ómicron en ese largo y oscuro pasillo, pensativo.

Se avecinaba una nueva lucha. La revolución había comenzado. Ómicron se preparaba en silencio en su habitación, procurando mantener la mente en blanco. Sentía que a partir de ese día, el mundo sería completamente distinto bajo sus ojos...
Sin embargo, mantener la mente en blanco no era tarea fácil. No podía quitarse de la cabeza a aquella mujer, aquel demonio, aquella enemiga. ¿Por qué? Inexplicablemente, sentía una conexión hacia ella, algo desconocido para él hasta entonces y que le había permitido compartir todos los hermosos recuerdos que aquella prisionera poseía, aquel día en medio del bosque. El destino obviamente le había llamado para algo más grande que él mismo, pero de todas formas sólo podía centrarse en Lena. Incluso, era capaz de asegurar que su alma estallaba cuando no estaba a su lado, y todo su cuerpo se estremecía cuando hablaba con ella. Sabía que eso no era propio de un avatar, estaba mal. Pero ya no podía controlar sus emociones, y no podía permitir que le separaran de ella para siempre.
ALFA: ¡¡Ataque del escuadrón personal de La Fuente!! ¡¡¡Todos en posición!!! (anunció telepáticamente a todos los avatares)

No había tiempo que perder. A pesar del ataque, la orden de ejecución no había sido revocada, y tenía que darse prisa si quería evitar una catástrofe.
DEMONIO: ¡Por el inframundo! (dijo mientras le lanzaba una bola de fuego)
ÓMICRON: ¡Desaparece! (gritó mientras desviaba la bola y atravesaba al demonio con un rayo)
Ómicron se dirigió raudo a las mazmorras, deseando no haber llegado tarde. Por el camino, cientos de demonios luchaban contra unos desconcertados avatares. Era realmente aterrador...
Finalmente, Ómicron llegó a la celda de Lenai. Iotta y Épsilon estaban listos para acabar con su vida.
ÉPSILON: Finalmente, no hay décimo. (dijo sonriente)
LENAI: Así que me vais a matar... (contestó burlona, intentando disimular su miedo)
IOTTA: Tú misma te pusiste la soga al cuello. Pudiste colaborar, pero decidiste morir como lo hizo tu hermano, ¡y como lo hará tu padre!
LENAI: ¡Hijo de puta! (gritó furiosa)
Ante las palabras malsonantes de Lena, Épsilon le dio un buen puñetazo en el rostro.
IOTTA: ¡Muere, demonio! (gritó mientras preparaba su rayo)
ÓMICRON: ¡¡¡NOOOOOO!!!
Ómicron era incapaz de dejarla morir, aunque fuera traición. Sin pensárselo un segundo, atravesó con su rayo el cuerpo de Iotta. Cuando cayó al suelo, ya estaba muerto.
EPSILON: ¡Traidor! ¡¡¡Asesino!!! (gritó aterrado por lo sucedido)
Épsilon se lanzó contra Ómicron, dispuesto a matarle con sus propias manos. Sin embargo, antes de que pudiera atacarle, Ómicron había sacado una pequeña daga con forma de hoz y se la había clavado en el estómago.
ÓMICRON: Lo siento, hermano... (dijo con lágrimas en los ojos)
ÉPSILON: No... ya lo sentirás. ¡La ira de los avatares te acompañará hasta el día de tu muerte! (amenazó con su último aliento)
Épsilon cayó al suelo gravemente herido, agonizando. Ómicron no podía creer lo que acababa de hacer, pero una parte de sí mismo le decía que era necesario, y que estaba dispuesto a eso y más. Se acercó a Lenai y comenzó a desatarla.
LENAI: Pero... ¿por qué? (preguntó extrañada)
ÓMICRON: Como ya te dije... (hizo una pausa para limpiarse las lágrimas) ... tengo mis motivos. ¿Puedes andar?
LENAI: Voy a intentarlo... (respondió mientras intentaba incorporarse, pero cayó redonda al suelo) ¡¡¡Aaaaaagggghhh!!! Creo... que no puedo.
ÓMICRON: Está bien... (dijo mientras la cogía en brazos) Yo te llevaré a tu hogar.

Ómicron se dispuso a salir de la celda y marcharse, pero en el pasillo, de repente, se encontró con La Fuente.
LENAI: ¿Padre? (dijo sorprendida) ¿Has venido a resca...?
LA FUENTE: ¡¡¡Sucia traidora!!! No permitiré que confraternices con esa basura  avatar, ¡antes la muerte! (gritó furioso)
La Fuente lanzó una poderosa bola de fuego contra ambos, pero Ómicron la desvió y le lanzó un chorro de ácido a la cara. La Fuente comenzó a aquejarse de dolor mientras se cubría el rostro, momento que aprovechó Ómicron para teleportarse con Lenai.
LA FUENTE: ¡¡¡Mi propia sangre!!! (gritó colérico) ¡¡¡Engendrar a mi derrocador, y con esa basura!!!
Ante los gritos, el primer general de La Fuente se aproximó corriendo.
DEVLIN: ¡Señor! ¿Se encuentra bien? (dijo preocupado) ¿Ha encontrado a la princesa Lenai?
LA FUENTE: La princesa es ahora una traidora a su raza. Quiero que mandes un equipo a buscarla.
DEVLIN: ¿Y cuáles son las órdenes, señor? (preguntó sorprendido)
LA FUENTE: Exterminio. (dijo con frialdad, mientras apartaba su mano y exhibía su aterrador rostro medio quemado.

Ómicron y Lenai estaban descansando en una laguna cubierta por árboles, donde corría una agradable brisa. Lenai estaba intentando curar sus heridas en el agua, mientras se lamentaba.
LENAI: Traidora... (dijo apenada) Si a mi padre se le mete una idea, no existe forma de hacerle cambiar de opinión...
ÓMICRON: Lamento que todo esto haya sucedido. No era lo que pretendía...
LENAI: Es igual. Esperaba la muerte, no el exilio. Ahora todos los demonios me buscarán...
ÓMICRON: Lo sé. Te he puesto en una posición muy dura, y no quiero complicártela más. Debo alejarme de ti, ahora que sé que estás a salvo...
LENAI: ¿Qué? ¿Por qué? (preguntó extrañada)
ÓMICRON: Ahora soy un traidor. Los demás avatares no descansarán hasta hacerme pagar por lo que hice. No puedo permitir que te descubran conmigo, o también te matarán.
Ómicron se dispuso a marcharse. Comenzó a andar en dirección al bosque, pero alguien le tiró del brazo y le paró.
LENAI: No me importa. Quédate conmigo, por favor. No me abandones...

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